Los recolectores de café desaparecen: Están en vía de extinción

Después de ser declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco, el Patrimonio Cultural Cafetero (PCC) ha demostrado ser un conjunto de dinámicas ambientales, sociales, económicas y culturales de carácter fundamental para el país.

No obstante y según las investigaciones desarrolladas por la antropóloga y docente de la Universidad de Caldas, invitada al III Taller Internacional sobre estudios del Paisaje, Gloria Elsa Castaño, la situación actual de los recolectores de café sigue siendo invisibilizada frente al resto de expresiones que forjan el PCC.

Con más de siete años conviviendo con ellos, conociendo sus rutinas, formas de trabajo y vidas, la profesora Castaño argumenta no encontrar correspondencia que los reconozca como un factor real dentro del patrimonio cultural cafetero, y “menos aún que la declaratoria contribuya de alguna manera con su mejoramiento y bienestar”.

A través de etnografía, observación participativa y entrevistas, la antropóloga estudia sus formas de vida y oportunidades laborales en un mundo donde el trabajo se ha industrializado.

“Hoy día tenemos una escasez de recolectores que, incluso, afecta de manera importante a los dueños de las fincas, lo cual obedece a muchos factores, entre ellos el despojo simbólico de sus conocimientos tradicionales”, señaló la docente.

Al respecto, advirtió que por los nuevos lineamientos de producción del grano y las exigencias del consumidor internacional, los ha llevado a “inaugurar” nuevos conocimientos y a comportarse de una manera distinta en los cafetales.

La Federación Nacional de Cafeteros realiza una proyección anual de las floraciones de los cultivos, pero no existe una cifra real y contundente en la que se mencione la cantidad de recolectores de café, también conocidos como chapoleros.

“Se necesitan entre 10.000 y 22.000 recolectores para hacer fructífera su labor, pero finalmente no hay una institución que realmente quiera medir las poblaciones y sus problemáticas”, agrega Castaño.

Revelar estas circunstancias para concientizar ha sido el propósito de Castaño, al tratarse de una población invisibilizada por múltiples factores económicos, políticos y culturales.

Valor simbólico y real

Durante los últimos dos años, la situación rural del país se ha visto envuelta en multitudinarias marchas, entre ellas las de recolectores y productores de café, para exigir una mejor remuneración y calidad de vida del sector agrario.

Entonces, la población de recolectores migratoria se agrava teniendo en cuenta sus condiciones laborales esporádicas e informales, así como también la dificultad para agremiarse.

Su situación ejemplifica la de todos los trabajadores rurales, por lo que debe existir una legislación que los reconozca. Adicionalmente, es prioritario que la institucionalidad cafetera se ocupe de los recolectores y los haga visibles, sostuvo la antropóloga.

“Si un elemento arquitectónico como las haciendas tiene reconocimiento y se ha visibilizado a partir de la declaratoria, aún más tienen que hacerlo con los recolectores de café. Sin ellos no hay reproducción del grano, ni del paisaje”, enfatiza. Unimedios
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