No había dudas, la mujer cuando queda embarazada cambia de
los pies a la cabeza. Y más si la luna está llena. El primero que lleva del
bulto por su cambio de temperamento, por lo regular, es el marido, a quien ‘le
corta los servicios’. También le coge fastidio a muchas cosas. El palo de limón
del patio también lleva del bulto porque todo lo que implique ácido –como el
mango biche– le llama la atención. Es de decir, la mujer embarazada sufre de
antojos. Y hay que complacerla. Y más aún cuando la mujer está preñada de
gemelos, que es más delicada que una rosa.
Y Liliana Cáceres, de 20 años, una
cartagenera raizal, en los meses previos al destape hizo un papel casi
perfecto, si no es porque los dolores previos al parto la llevaron a la Clínica
Rafael Calvo –la de los pobres de la ciudad Heroica–, donde llegó con una
barriga de siete meses, atormentada por un desasosiego que la estaba matando.
Ni el marido, con quien seguramente no estuvo en los meses
previos –por aquello del aborrecimiento propio de una embarazada–, ni su madre,
ni sus vecinos del barrio Policarpa, donde las noticias vuelan por aquello del
chisme popular de barriada, habían dudado de aquella barriga
protuberante.
Al aparecerle los dolores –porque los niños también nacen de
siete meses y son más traviesos–, fue cuando Liliana sintió algún tipo de
temor, lo que le generó dudas de ir o no al médico. Era el miércoles 20 de
abril, en esa Cartagena calurosa y más al mediodía, cuando dan ganas de meterse
en el mar, cuando Liliana no pudo más con aquel desasosiego, al enfrentar la
realidad.
Su madre, que no fue la primera en enterarse del engaño, la
acompañó hasta la clínica, donde tuvieron que hacer la fastidiosa cola que
hacen los pobres aunque lleguen de urgencia. Al entrar en la sala atestada de
aquellas caras lánguidas que esperan por la salud, la mujer atrajo las miradas.
Su gigante barriga llamaba poderosamente la atención. Eran ellos, pensaba. No
era uno, eran dos.
La primera vacilación en esta especie de montaje o trampa
caribe fue cuando Liliana no permitió que al consultorio entrara la madre, que
se quedó en la sala de espera, hasta donde llegaron los gritos que causaron
casi pánico en la clínica. Liliana se oponía a que el medico de turno la
examinara como Dios manda, como vino al mundo.
Al final, cuando pudieron dominarla, los ojos del médico y
la auxiliar quedaron perplejos, los niños que la mujer esperaba eran de trapos.
Liliana había fingido un embarazo casi perfecto, atándose sabanas, plásticos,
camisas y todo lo que le cabía en su cuerpo, para simular un embarazo no de
uno, sino de dos.
Con los gritos, que atrajeron a los curiosos, y la rapidez
de las redes sociales, pronto la noticia se regó como pólvora en Cartagena.
Entonces empezaron las especulaciones.
Desde ese momento y hasta la tarde de este jueves, la mujer
no había salido de la clínica de maternidad y estaba a la espera de que su EPS
la remitiera a otro centro de salud para que, según fuentes de este portal, le
realicen una prueba psiquiátrica.
Por ahora, los especialistas analizan, sobre todo, dos
opciones para entender la actitud de la mujer. La primera, que tal vez ella
deseaba estar embarazada y al no conseguirlo, se lo inventó. Una opción
bastante probable si se tiene en cuenta que, según las mismas fuentes, esta
cartagenera habría perdido un hijo en algún momento.
La segunda alternativa, que toma fuerza en la región, es que
al parecer ella quería evitar que su compañero sentimental la abandonara.
No es la primera vez que una historia fantástica de estas
sucede. Se sabe el caso de una barranquillera que fingió estar embarazada de
siete, lo que despertó la solidaridad de la radio y la TV, que hicieron
recolectas para que la futura madre pudiera atender semejante prole. Al fin, se
descubrió que el embarazo era fingido. También se han conocido fingimientos de
mujeres que no quieren ser despedidas de sus trabajos y se inventan estas
historias.
Se conocen casos –según el especialista Jaime Acosta Núñez–
de embarazos psicológicos que alcanzan algunas etapas, pero sólo en la mente de
la afectada, hasta que la paciente es tratada clínicamente. Las causas pueden
ser múltiples: el temor a ser abandonada por el marido, la imposibilidad de
quedar embarazada y el temor de sentirse menos que otra o una pérdida o aborto
previo.
Con esa imaginación Caribe, donde hasta la muerte se
convierte en parranda, ya se especula que esta barriga de trapo queda expedida
para el próximo carnaval de Barranquilla.
Tomada de Semana.com
Foto: Imagen tomada de El Heraldo