La noche mágica de Bruno Mars en Bogotá



El ímpetu y energía mágicos con los que salió Bruno Mars al escenario del Estadio El Campín contagiaron desde el primer momento a todos los espectadores.

"Esto se va a poner caliente y sudoroso", prometían los avisos laterales — que segundos antes proyectaban una corona, representando con precisión el rol de Mars en la velada — y a lo largo de la noche se sintió como si nunca antes una pantalla electrónica hubiera tenido tanta razón.

 DNCE, liderada por Joe Jonas, fue la agrupación encargada de abrir el show. Sus gritos y saltos fueron contagiosos y prendieron los motores del público, mientras cantaban Toothbrush y Cake By The Ocean. "¿Se sienten sensuales esta noche?", preguntó Jonas, y la multitud le respondió bailando y con un rugido colectivo.

 El baile del público se hizo aún más frenético cuando DNCE interpretó viejos éxitos del pop como Oops I did it again, de Britney Spears y Wannabe, de las Spice Girls. Jonas enarboló la bandera colombiana y puso a corear al Campín We Are The Champions de Queen para despedirse cubierto de aplausos y hurras. Finesse fue la canción con la que el artista hawaiano se presentó ante el público colombiano, un inicio fuerte que anunció la fiesta, que duraría noventa minutos en la noche del martes. "¡Parceros!", gritó Mars, acompañado de un sinfín de fuegos artificiales, para oficialmente saludar al público que, ansioso, lo había esperado por horas. En esta gira de 24K Magic, el título de su disco nominado al Grammy como el mejor del año, aunque el juego de luces es imponente y Mars y su banda efervescentes, el show no depende de esto, ni de grandes artificios tecnológicos.




Basta con la gran presencia vocal y escénica de Mars, acompañado por The Hooligans, para construir un espectáculo de pop como pocos otros en el mundo. Además de la voz y el talento de Mars, destacaron las coreografías del cantante y su elenco: vestidos, al igual que él, con camisetas de béisbol, la precisión de cada movimiento y la fuerza de cada paso hicieron que las comparaciones con grandes íconos de la historia del pop tuvieran sentido para los colombianos. A la vez que le cantaba a su público, entonces, Bruno Mars también le cantó a la historia. Las pantallas principales del escenario tomaron una textura propia de la televisión de hace 40 años.



Así, Mars retó su condición contemporánea, para situarse, al menos visualmente, en otra década. Tiene sentido: su talento es atemporal. El concierto también fue un viaje a otros géneros icónicos de la música negra como el funk y el soul, ritmos que Mars interpretó con destreza, como si viniera de otra época. Entre sonrisas y el movimiento rítmico de sus zapatillas Nike logró ir más allá de hacer un buen concierto de pop para hacer un gran concierto de música Si la pregunta de Joe Jonas sobre la sensualidad del público se hubiera dirigido a Mars, su respuesta hubiera sido una afirmación rotunda.


 Sus sonrisas carismáticas y su onda auténtica lo conectó con el público al que sedujo desde el silbato inicial. Esta sensualidad de Mars resaltó cuando cantó baladas románticas — momentos en los que su banda descansaba — como When I was your man, que se sentían íntimas y cercanas a pesar del tamaño del estadio. Si la fanaticada ya enloquecía cuando Joe Jonas decía "gracias", en el momento en que Mars, tras un silencio de anticipación, dijo "Te quiero mucho, mi chica" durante Calling All My Lovelies, la reacción fue ensordecedora, evidencia del hechizo en el que Mars tenía a sus fanáticos. La actuación del público, en general, estuvo a la par con la del cantante.

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Los miles de espectadores, de todas las edades, corearon cada canción con una dedicación y memoria encomiables, y no bajaron su energía ni cuando se hizo más intenso el frío. Aparte de las canciones más conocidas, causaron particular euforia temas como That's What I Like y Versace on the Floor. Incluso ovacionaron un largo solo de baile de Mars, sin ninguna canción acompañando, en el que el artista mostró varios pasos de su amplio repertorio.

 También fue aplaudido con fervor un virtuoso solo del pianista George Foster, que le dio a Mars uno de los pocos descansos que tuvo en la noche. El único reproche posible sería a los cientos de personas que salieron del concierto antes del fin de este, probablemente intentando vencer el tráfico. Pero el karma también tiene efecto en la música: los que se fueron temprano se perdieron Uptown Funk, la cereza del pastel y uno de sus más grandes éxitos.

Finalizar con esta canción mostró su amplio rango, que iba de lo fuerte y nostálgico a las melodías más sentidas y calmadas, que, en todo caso, se sintieron intensamente, como Just The Way You Are. Aún dejando fuera de la presentación joyas populares como The Lazy Song y I Wanna Be a Millionaire, Mars logró que cada canción se sintiera como la mejor y favorita de la gente. "¿No me crees? ¡Solo mira!", reza el estribillo de Bruno Mars en Uptown Funk. Después de ver el concierto sería difícil no creer en su energía, en su magia, en su baile, en él: el rey del pop de esta década.

Tomado de El Tiempo
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