Simona es una perrita criolla que encontró la Fundación Amor
Canino cerca de la Universidad de los Andes, en Bogotá. Era cachorrita y tenía
las orejas totalmente peladas. Tenía un olor fuerte y desagradable.
Estornudaba, tenía fuertes convulsiones, diarrea constante y, a pesar de los
exámenes, no encontraban qué padecía. Le hacían un tratamiento, se mejoraba y
luego le aparecía otro síntoma. Después de tres pruebas de moquillo y una de
parvovirosis estuvo hospitalizada por tres semanas y casi tienen que inducirle
un coma, del que probablemente no habría despertado. Lo que tenía era un
moquillo que sufrió por semanas y los primeros exámenes no mostraron. Se curó y
ahora tiene más de tres años, pero la enfermedad dejó secuelas y aún sufre de
convulsiones.
Tommy es un gato siamés que rescató una estudiante de
arquitectura de la Universidad de La Salle en el sector de Mazurén, en Bogotá.
Estaba solo y envuelto en mantas. Lo llevó al veterinario. Tenía
aproximadamente tres meses y estaba desnutrido y deshidratado. Era poco
probable que sobreviviera, pero le hicieron un tratamiento y con mucho amor y
paciencia hoy tiene ocho años y está con la familia que lo rescató.
Estas historias tienen final feliz, pero generalmente el
desenlace es lamentable. La mayoría de perros abandonados terminan muertos por
atropello o en terribles condiciones por el maltrato al que son sometidos.
Basta recordar el caso de la perrita encontrada a comienzos de este año en el
oriente de Cali, con signos de violación y heridas con arma blanca. Fue un caso
mediático. Así como la que fue agredida a patadas y perdió a sus cachorros por
la golpiza. La mayoría de animales abandonados son perros (80 %), pero a los
gatos no les va mejor.
Es frecuente encontrar bolsas con cachorros de gato casi
moribundos por desnutrición y frío, producto de camadas no deseadas. “La gente
prefiere tirarlos que llevarlos a un refugio por temor a que los recriminen o
les pidan que conserven alguno”, explica Andrea Chávez, veterinaria.
Voluntarios de varios refugios animales en Bogotá coinciden en que enero y
febrero son los peores meses para las mascotas. Cuentan que por estos días han
llegado a rescatar hasta 15 mascotas diarias (nueve perros y seis gatos).
“Esto es porque en Navidad se les regalan animales a los
niños o a personas que no los quieren o que después de la emoción se dan cuenta
de la responsabilidad que implica tener una mascota y prefieren tirarla a la
calle”, explica Pedro Suárez, veterinario y voluntario de un refugio animal.
Las autoridades creen que 120.000 animales son tirados a la
calle en el país durante los primeros meses del año. El 20 % de perros y 11 %
de gatos abandonados son de raza pura, la mayoría de edad adulta, de acuerdo
con el registro del Instituto de Protección y Bienestar Animal.
Las excusas son siempre las mismas: no hay dinero ni tiempo
o los lugares de residencia son muy pequeños para tener un animal de compañía.
“¿Por qué tiran los cachorritos? Sencillo: primero, porque todavía no se ha
desarrollado un lazo muy fuerte con ellos, y porque cuando son pequeños suelen
hacer muchos destrozos. No están educados, se orinan por todas partes, rompen
las cosas y lloran mucho”, explica Suárez. “Es apenas natural, pero los niños
no son pacientes y las familias no les enseñan”, agrega.
Quien quiera tener un perro o un gato, explican los
expertos, debe tener en cuenta varias cosas: los animales necesitan alimento,
vacunas y cuidado médico, algo que requiere un inversión de dinero. También
requieren educación, atención y tiempo. “Debe ser consciente de que su compañía
no es sólo por unos meses. Un perro o un gato están como mínimo diez años con
sus dueños”, dicen organizaciones que promueven la adopción.
Ni siquiera las multas, desde 20 a 52 salarios mínimos y
hasta tres años de prisión, disuaden a las personas que los abandonan. De
acuerdo con cifras de organizaciones de animales, en Colombia hay cerca de un
millón de mascotas abandonadas. Para ayudar a solucionar el problema, el
Instituto de Protección y Bienestar Animal va a crear escuelas de
adiestramiento canino en parques como el Simón Bolívar y el Tunal, para que la
gente no se desestimule con el primer problema que tenga con su animal y lo
tire. Claudia Liliana Rodríguez, directora del Instituto de Protección y
Bienestar Animal, insiste en un punto: “Nunca compre o adopte un perro por
emoción”.
¿Qué hago si encuentro un animal abandonado?
Observar. Antes de rescatarlo hay que mirar su
comportamiento para no ponerlo en peligro. Muchos tienen miedo y huyen o
reaccionan de manera violenta.
Revisar si tiene chip. Si es así lo puede llevar
a un CAI para que busquen a sus dueños. Si hay antecedentes del maltrato el
chip ayuda para buscarle otro hogar.
Informar a las instituciones especializadas. Hay
instituciones en cada ciudad como el Instituto de Protección y Bienestar Animal
que acuden a los llamados. También hay varios refugios que los recogen.
Tenerlo un tiempo. A muchos les proponen quedarse un
tiempo con el animal, el Instituto de Protección Animal cubre la parte médica y
el alimento durante el tiempo que lo conserven. Si no puede conservarlo acuda a
las redes ciudadanas que también le ayudan a buscar un hogar de paso mientras
lo ubican definitivamente.
Adopta sin llevar a casa. Existe un programa en el
que la gente puede apadrinar a un animal. Lo llevan a una guardería y cubren los
gastos básicos de la mascota.