La
notica parece una broma, sin embargo, no lo es; durante la última semana
hicimos seguimiento a la Avenida Primera a propósito de las denuncias de los
habitantes de los barrios Nogales y Los Cedros por los bares y cantinas que
funcionan en el sector, y para sorpresa nuestra más adelante, entre la calle 7ª
y 6ª exactamente junto a Casagrande, la casa y estudio del escritor Gerardo
Meneses, funciona un bar, prostíbulo y venta de alucinógenos sin que la
administración municipal, conocedora desde hace mucho tiempo de esta situación,
haya hecho algo para solucionarla.
Quisimos
conocer la opinión de los habitantes del sector y fueron muchas las quejas
recibidas, las notas a las secretarías de planeación y de gobierno, las
llamadas al cuadrante de la policía que nos dijeron habían hecho y enviado, sin
que ninguna haya surtido el efecto de cerrar un sitio que a todas luces es una
vergüenza para la ciudad en una zona residencial.
En
nuestro recorrido por la Avenida Primera y en una visita de trabajo a
Casagrande para una entrevista con el literato colombiano, pudimos constatar el
alto nivel de ruido a causa del volumen de las rancheras, corridos y demás
música de cantina que afecta, no solo esta, sino todas las casas de la cuadra.
A eso se le suma el deprimente espectáculo en las tardes y noches de gente
embriagada, prostitutas y viciosos en el andén del negocio y en los andenes
contiguos, curiosamente el más próximo, el de Casagrande.
¿Qué
está pasando en Pitalito con el uso del suelo, con las licencias a este tipo de
establecimientos? ¿Qué pasó con el respeto a la dignidad de los ciudadanos de bien? El
barrio Aguablanca, donde está ubicada la casa uno de los más importantes
escritores colombianos no merece esa suerte, como no la merecen las demás
familias que tradicionalmente han vivido en este sector y que miran impotentes
la degradación de su barrio sin que las autoridades, que saben y conocen la
situación, hayan hecho algo para devolverle su tradicional tranquilidad.