El caficultor
William Becerra logró cautivar los paladares de los empleados de estos gigantes
tecnológicos. En diciembre, realizará un segundo envío.
En Bruselas, Huila,
nació la historia de William Becerra con el café. Allí Luis Eduardo, su padre,
le enseñó la dedicación y disciplina que conlleva la caficultura a sus nueve
hijos. Incluso William abandonó el colegio a los 12 años para meterse de lleno
en el negocio familiar, que era el cultivo del café arábica.
Esas épocas no
fueron fáciles, dado que les tocaba caminar más de una hora para llegar a donde
estaba ubicado el predio. Luego, la situación mejoró cuando Luis Eduardo
construyó en ese predio una pequeña casa de bahareque para su señora y sus
nueve hijos.
A sus 17 años,
William decidió independizarse y tomar carretera hacia Isnos, Huila. “Llegué
donde unos tíos y me puse a trabajar fuertemente; me metí en deudas y empecé a
tener mis ahorros, junto con mi mujer y mis dos hijos”, relató.
Con el esfuerzo de
su trabajo logró ahorrar un dinero con el cual se compró en el 2011 un predio
de dos hectáreas llamado El Progreso, en la vereda Belén, donde junto con su
esposa sembró los árboles de café de variedad Colombia, pensando hacia el
futuro producir café de alta calidad y como una forma de vida que permitiera un
bienestar para su familia.
“Hice parte de
unas capacitaciones y allí hablaron de este café especial. Ahí me pareció que
esta variedad iba a ser la salida para poder vender y exportar mi cosecha”,
aseveró William.
En el 2017, logró
vender un micro lote y con el dinero que obtuvo de esta transacción, pudo
sobrevivir mientras guardaba el café para el programa Yara Champion Program
Café, en el que recibió el tercer puesto ‘Taza de Bronce’.
William obtuvo una
puntuación en perfil en taza de 89,22 en la que se resaltaron los atributos de
su café con notas a panela, miel, maní y nueces.
“Entre tantos
caficultores no tenía grandes esperanzas de poder estar dentro de los primeros,
pero gracias a Dios las cosas se dieron”, describió este caficultor de 31 años,
quien añade que “la buena acogida del café que cultivo día a día se debe a la
dedicación y el amor que uno le pone a las cosas”, describió.
Sin embargo,
William no sabía que este logro era apenas el inicio del paso más grande de su
carrera como agricultor, que nació de manera empírica entre los cafetales
huilenses.
La compañía de
fertilizantes Yara lo llevó a una exposición de cafés especiales en Seattle,
Estados Unidos. “Ese viaje fue muy especial y una experiencia muy bonita,
porque uno viene de una familia humilde. Al principio me dio miedo subirme al
avión y luego le vi el lado positivo”, contó.
El primer día de
la exposición William estaba un poco desesperado, porque tenía altas
expectativas de encontrar los clientes para su café y no se concretó nada en
esa primera jornada. “Al segundo día, sobre las seis de la tarde, ya estaban a
punto de cerrar y llegó como un angelito María José Palacio, CEO y cofundadora
de Progeny Coffee, a conocer mi café”, aseguró William. María José Palacio cató
su café y quedó atrapada con el aroma y sabor, por lo que quedaron en concretar
un primer envío.
Vale destacar que
Progeny Coffee es una empresa dedicada a la comercialización de café especial,
que tiene dentro de sus principales clientes a Facebook y a Google. Asimismo,
Palacio hace parte de la quinta generación de una familia de caficultores de
Quindío.
De esta manera, en
los pasillos de las oficinas de estos dos gigantes tecnológicos, los empleados
consumen el café especial de William, ya que hace cerca de dos meses, él
realizó un primer envío de 800 kilos.
“La idea de
Progeny Coffee es poder comprarme todo el café que yo saque en mi finca,
siempre y cuando cumpla con unos parámetros de calidad. En las dos hectáreas de
producción que tengo se dan unas 40 o 45 cargas por año”, explicó William.
En esta misma
línea, el caficultor huilense manifestó que el 8 de diciembre está programada
la segunda entrega, que serían unos 2.500 kilos o 3.000 kilos.
El impulso
exportador de William espera conquistar nuevos mercados como el japonés, dado
que ya hizo unos envíos a compradores de ese país, aunque no se han definido
futuras compras con ellos.
A largo plazo,
William no tiene dentro de sus planes adquirir más terrenos para aumentar su
producción de café, porque según él, “el que mucho abarca poco aprieta” y
prefiere apostarle a la calidad por encima de la cantidad.
Asimismo, en sus
proyectos está el hecho de volver a estudiar, para convertirse en un catador
profesional de café. “Eso sería una gran labor, porque ya uno mismo podría
catar su producción, para estar seguro de que se está enviando café de calidad.
Esto permitiría dejar de estar a la expectativa de otro catador”, puntualizó
William, quien por estos días tiene extensas jornadas en medio de la cosecha,
que empiezan a las 5:30 de la mañana, junto con su esposa y su caballo, y
terminan sobre las 5 de la tarde.
En medio de las
dificultades que ha vivido el sector cafetero nacional con los precios
internacionales, apuntó: “A mis colegas caficultores les digo que no hay que
desistir, que a pesar de las condiciones hay que buscar las oportunidades.
Siempre tener en el pensamiento esa moral de querer algún día salir adelante y
poderles dar a los hijos y a la familia lo que uno no ha tenido”.
Andrés Felipe
Quintero Vega
Tomado de
Portafolio