América Latina es una
de las regiones más peligrosas del mundo para las niñas y las mujeres. Aunque
se han producido avances legislativos importantes, las cifras de violencia y
feminicidios son alarmantes.
De noche o de día,
desnudas o vestidas,
en la calle o en la cama
que respeten nuestras vidas
El 8 de marzo es más que una fecha de celebración. Es un día en el que se
recuerda y se conmemora a todas las mujeres que históricamente han luchado, han
muerto y se han organizado en defensa de sus derechos, de nuestros derechos.
Pero el ideal de igualdad de derechos está lejos de ser más que una frase
bonita que se repite todos los años en esta fecha. Por eso hoy miles de mujeres
en el mundo paran, salen a las calles y alzan la voz para exigir que el Estado
y la sociedad salden sus deudas históricas. “El 8 de marzo no es un día de
celebración de la mujer como si fuera un ser único, superior, que hay que cuidar
y proteger, sino un día para reconocer que ha sido una historia de lucha, de
celebración de los derechos conquistados, pero de lucha por los que nos faltan
y, sobre todo, para que los conquistados sean reales para todas las mujeres en
su diversidad”, afirma la argentina Natalia Gherardi, abogada y directora
ejecutiva del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género.
“Este día, en cambio de florecitas y tarjeticas, debería difundirse el origen
de esta conmemoración, y también lo que ha significado ser mujer en una
sociedad patriarcal”, opinan las autoras y promotoras de la Ley Rosa Elvira
Cely, la cual tipificó el feminicidio en Colombia.
“Ni una menos, vivas nos queremos”
“La violencia contra las mujeres y las niñas es la violación de derechos
humanos más generalizada y más persistente en el mundo. El feminicidio,
entendido a nivel más general como el asesinato de una mujer por el hecho de
ser mujer, es su expresión extrema. La violencia contra las mujeres en nuestra
región mata”, asegura Ana Güezmes, representante de ONU Mujeres en Colombia,
quien además recuerda que 14 de los 25 países en el mundo que tienen las tasas
más altas de asesinatos de mujeres se encuentran en América Latina.
Aunque todos los países de la región formalizaron la definición de la violencia
contra las mujeres como una violación de sus derechos humanos y han buscado
medidas legislativas para prevenirla y erradicarla desde 1994, tras la
Convención de Belem do Pará, Latinoamérica es considerada la zona más violenta
del mundo para niñas y mujeres fuera de un contexto de guerra, según la
Organización de las Naciones Unidas (ONU). Los objetivos de protección, equidad
y respeto están lejos de cumplirse.
Tomado de El Tiempo