Apenas a un año del actual Gobierno, anuncia que
inicia campaña para las elecciones del 2022 después de que Claudia López diera
una primera puntada con su sorpresivo saludo al “nuevo presidente de la
República”. Fajardo cuenta cómo organizará su movimiento, se refiere al
petrismo y a su agresividad contra él, considera mediocre la administración
Duque y habla de la calificación de tibio que le endilgan sus críticos.
El año pasado, cuando usted estuvo a punto de pasar a
la segunda vuelta presidencial, dijo que si Coalición Colombia (con el senador
Robledo, Claudia López, Mockus, etc.) continuaba unida, lograría conquistar la
Presidencia. Pero días después aseguró que volvería a la vida académica. Hoy,
¿cuál de sus dos afirmaciones se convertirá en realidad?
Durante la campaña pasada dije que mi sueño era
terminar mi vida profesional siendo rector de una universidad y que no
aspiraría a ningún cargo de elección popular. Lo que no podía prever era lo que
iba a pensar y sentir después de sacar millones de votos y haber estado a un
paso de la Presidencia. Conversé con muchas personas, retomé mi actividad como
profesor en el TEC de Monterrey (Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores
de Monterrey, México) y decidí seguir trabajando para llegar a la Presidencia
en 2022.
Siento inmensa responsabilidad con las personas de
Compromiso Ciudadano y con nuestros votantes: no podemos dejar perder el
espacio que construimos, como sucedió en 2010 con la Ola Verde (Mockus vs.
Santos). En política y en la vida hay que perseverar.
¿No es un poco temprano y osado el inicio de campaña
con tres años de anticipación?
Al dedicar mi vida a la actividad política, el paso
natural es continuar construyendo la aspiración a la Presidencia de la
República. Desde luego, el camino es largo y hay circunstancias que no se
pueden predecir. Pero teniendo en cuenta las incertidumbres en un período de
tres años, construimos una estrategia para 2022. En ese diseño estamos
recogiendo experiencias, aprendiendo de los errores de 2018 y, con espacio y
tiempo, examinando los cambios que se producen para tomar las decisiones que
correspondan.
Usted asistió, hace poco, a la inscripción de la
candidatura a la Alcaldía de Bogotá de Claudia López, en clara señal de
respaldo. Al tiempo, Claudia se refirió a usted como “el futuro presidente de
Colombia”. Esa afirmación, ¿es manifestación del respaldo anticipado de ella
hacia usted?
Fue una expresión espontánea de la que no hablamos
antes. Para apoyar a Claudia no le pedí nada a cambio. Nunca he hecho eso. No
concierto con nadie apoyos, puestos o contratos. Ahora, la conmoción que causó
ese saludo me sorprendió. Fue solo una mención y, sinceramente, creo que el foco
debería estar puesto en el discurso de Claudia y en la visión que ella presentó
de Bogotá, que me pareció excelente. Ojalá lo leyeran completo.
En el acto de inscripción de López también estaba el
senador más destacado del Polo Democrático, Jorge Enrique Robledo. ¿Él lo
respaldaría a usted en 2022?
Bueno, Robledo no es solo el senador más destacado del
Polo Democrático sino del país. Aprendí a trabajar con él y lo respeto y
admiro. Hicimos algo inusual en política: construir confianza con base en el
trabajo en la calle. Mantenemos diferencias, por supuesto. Con respecto a su
pregunta anterior y a esta, no sé si Claudia me va a apoyar porque, repito,
nunca hemos hablado de eso. No me relaciono así con las personas: esa es la
política tradicional. Espero que en 2022 Claudia sea la alcaldesa de Bogotá y
que le esté yendo muy bien. Si vota por mí, mejor. Lo mismo pasa con Robledo.
No he conversado con él de apoyo a nada. Sería una falta de respeto a él y al
Polo Democrático.
Quien sí pareció sorprendido negativamente con la
alusión de Claudia a su candidatura presidencial fue el senador Petro. Se le
notó su reacción cuando, horas después, dio un portazo. Pero si él la apoyara,
¿usted se alejaría?
Petro ha revelado la complejidad de su carácter desde
cuando perdió la Presidencia. Evidentemente, no ha podido aceptar que no ganó y
que él mismo fue el responsable de su derrota. Cada quien asume el estilo de
liderazgo que quiere representar. No tengo ningún problema si Petro apoya a
Claudia López y tampoco tengo problema si Uribe dijera que Iván Mauricio Pérez
(candidato del fajardismo en Antioquia) debería ser el nuevo gobernador del
departamento, sencillamente porque tendrían razón: Claudia es la mejor
candidata en Bogotá e Iván Mauricio en Antioquia. Lo que yo piense y opine no
depende ni de Petro ni de Uribe. Resulta de revisar mis principios. Eso
mortifica a algunas personas que viven en función de ubicarse según les
indiquen alguno de ellos dos.
¿Es un vainazo para quienes están en una de las dos
orillas, petrista o uribista, y quisieran verlo a usted ubicado en cualquiera
de ellas?
He sido reiterativo en que Colombia no está dividida
en dos grupos, uno de Petro y otro de Uribe. La realidad es mucho más compleja.
Hay millones de personas en todo el espectro político que comparten ideas con
nosotros y que no caben en esa clasificación que se quiere imponer desde la
perspectiva de la polarización y el populismo.
Con independencia de lo que se piense sobre ellos dos,
no se puede desconocer que lideran los grandes bloques de opinión en que está
dividida la mayoría del país votante. Su posición de no estar ni con el uno ni
con el otro, ¿se mantendrá inamovible para su próxima campaña? Se lo pregunto
porque, si bien esa decisión le ha reportado muchos seguidores, también se los
ha quitado.
Reitero: nosotros no hacemos política en función de lo
que diga el uno o el otro, sino en función de unos principios, de la forma como
entendemos y queremos la sociedad, de los aprendizajes adquiridos durante todos
estos años. Estoy absolutamente convencido de que la mayoría del país no quiere
la polarización a la que invitan los dos extremos. Seguiremos nuestro camino
que, además, ha sido muy exitoso en los casos de la Alcaldía de Medellín y la
Gobernación de Antioquia. Y fíjese hasta dónde llegamos en las pasadas
elecciones presidenciales. Sobre esas experiencias vamos a seguir construyendo
una propuesta para el 2022 que, no tengo duda, será ganadora.
Aun cuando Coalición Colombia reunió a colectividades
y líderes cuyo acuerdo parecía imposible de lograr, los acercamientos con el
petrismo siempre han sido improbables. Las menciones negativas a su nombre por
parte de los seguidores del senador son muy agresivas. ¿A qué se debe tanta
pugnacidad?
Ha habido una gran agresividad de Petro y de algunos
de sus seguidores contra mí. De todo me han dicho: narcotraficante, ladrón,
cómplice de asesinos, paramilitar, etc. Petro, el petrismo, hace un año me
ofrecían “cogobernar” y él dijo que me entregaría la Presidencia. Quiere decir
que, o saben bien que calumnian todos los días con los insultos que me dirigen
o que estaban dispuestos a “cogobernar” con un criminal. Es el ejemplo clásico
del fin justifica los medios, mientras, para mí, son los medios los que
justifican el fin. Yo no veo que exista el fajardismo, pero, en cualquier caso,
he tratado de dar ejemplo con mi comportamiento. Y me esfuerzo por no responder
agravios, por demostrar que uno puede ser diferente sin ser enemigo y que el
carácter no lo tiene el que más insulte o grite, sino el que se mantenga
coherente y consistente con respecto a unos principios.
Hablando de apoyo popular, el suyo, en mayo de 2018,
fue de 4’587.000 votos. ¿Cree que conserva ese número de electores o tendrá que
trabajar para reconquistarlos?
Tenemos que trabajar todos los días. Nuestros votantes
son hombres y mujeres libres que están observando y pensando. No me ven como un
mesías ni están esperando instrucciones de mí ni de nadie. Lo sé porque estuve
y sigo estando en las calles, caminando y hablando con los ciudadanos. El reto,
además, es llegar a más personas. Ahora seguimos día a día trabajando para
ampliar el grupo de colombianos que nos escuchan sin amarguras ni rabias. Con
el espíritu en paz.
Si bien mucha gente lo ha respaldado por años, otra lo
critica porque, según dice, “no asume posiciones”. Lo califican con un término:
“tibio”. Primero, ¿lo ofende ese calificativo? Segundo, ¿se siente como tal?
Tercero, ¿cambiará sus actitudes y posiciones con el fin de que no lo llamen
así en la campaña que inicia ahora?
No me mortifica que me lo digan porque nosotros
representamos una alternativa diferente. Otros creen que todo vale y que, con
tal de ganar, hay que hacer lo que sea. Por supuesto, no cambiaré de actitud.
No creo en esos políticos que visten un disfraz diferente en cada campaña. La
trampa de la polarización consiste en que, supuestamente, usted tiene que estar
con Uribe o con Petro. No estoy con ninguno de los dos. Si esa es la definición
de ser tibio, entonces lo soy. Mi riqueza es la confianza, y la fórmula es muy
sencilla: confianza = coherencia + consistencia.
¿Qué piensa del nuevo Gobierno y cómo califica al
presidente Duque y a su gabinete, de quienes una gran parte del país piensa que
no han dado pie con bola?
Lo he dicho y lo seguiré repitiendo porque no ha
cambiado nada: Duque no tiene norte. El discurso del 20 de julio sirvió para
mostrar una colección de eslóganes, algunos bien intencionados, y no mucho más.
En un principio pensaba que podía encontrar un sello propio, pero ya no lo
creo, pues apenas le quedan tres años. Gobernar durante un cuatrienio es muy difícil,
y si en el primer año no señaló un rumbo, no creo que lo vaya a encontrar. La
implicación inmediata es que Duque es una presa fácil para el Centro
Democrático. Es un gobierno mediocre.
¿Duque no pudo despegar porque no se desprendió de su
partido y de su jefe, del que se asegura que es el verdadero gobernante, o por
falta de capacidad personal y de norte político?
Es una mezcla de esas situaciones. Uno, la falta de
experiencia en su condición de líder y, en particular, de gobernante, se nota
en la forma como el presidente ha manejado su primer año: no ha tenido la
capacidad de marcar un norte y de conducir el país hacia ese norte. Dos, su
partido, desde el primer día de su mandato y con el discurso del señor Macías,
le fijó una agenda que hacía imposible lograr lo que él anunció como su
principal propósito, es decir, unir al país. Su partido divide y sigue
dividiendo. Y ahí está atrapado sin remedio.
El presidente y sus funcionarios le echan la culpa de
los bajos resultados del Gobierno en materia legislativa a su intento de
terminar el soborno en las relaciones del Ejecutivo con los congresistas
mediante la tal “mermelada”. Para usted, ¿eso es cierto y explica la pobreza
del balance anual?
Creo que establecer una relación con el Congreso que
no se base en puestos y contratos es saludable para el manejo de las políticas
públicas. El problema es que el Gobierno no ha tenido capacidad para construir
otra forma de relacionarse con el Legislativo. Hablo a partir de la experiencia
personal en la Alcaldía y la Gobernación: no le dimos un puesto ni un contrato
a nadie en el Concejo o en la Asamblea y no armamos una sola coalición en el
sentido tradicional del término, pero invitamos a los concejales y a los
diputados a trabajar alrededor de nuestro programa, enriqueciéndolo con sus
ideas y propuestas y reconociéndoles sus aportes ante la ciudadanía. En otras
palabras, cambiamos el clientelismo por ideas, propuestas, reconocimientos y
transparencia.
Por su origen partidista y, claramente, por la alta
influencia que ejerce el senador Uribe en la administración Duque, se sabe que
este Gobierno cumple, apenas a regañadientes y con muchas trabas, lo pactado en
el Acuerdo de Paz. En su actividad política presente y futura, ¿usted
respaldará el Acuerdo y la palabra firmada por el Estado o preferiría
mantenerse al margen de esta discusión?
Nunca me he mantenido al margen de esa discusión.
Desde la Gobernación de Antioquia apoyamos las negociaciones y la construcción
de los Acuerdos de Paz. No en un escritorio sino en los territorios. Lideró ese
trabajo el ahora senador Iván Marulanda, sin hacer bulla ni estar posando para
fotos. Luego voté sí en el plebiscito. Y en la campaña, con Claudia López y
Jorge Robledo, hicimos de la construcción real de la paz un eje de la
propuesta. Para 2022 veremos qué nos toca heredar. Con dolor, siento que el
proceso y lo que vino después fue una oportunidad perdida en muchas dimensiones,
pero no podemos claudicar. Lideraré la transformación que necesitamos.
Para que quede claro desde ahora: esa transformación
de la que habla, ¿será hacia el perfeccionamiento del Acuerdo o hacia la
ruptura de lo firmado y la creación de un nuevo pacto, si es que todavía se
puede?
Hacia el perfeccionamiento del Acuerdo, para no perder
el camino recorrido. Pero advierto que no sé qué vamos a encontrar dentro de
tres años.
¿Coalición Colombia subsistirá, como usted también lo
dijo en mayo del 2018, para presentar candidatos conjuntos en todo el país este
año de elecciones locales y regionales, o cada uno de los movimientos va con
sus propios aspirantes?
Compromiso Ciudadano apoya a más de 200 candidatos. Se
han inscrito por firmas o con avales del Verde, del Polo Democrático y Colombia
Renaciente. En ese sentido, la Coalición Colombia se mantiene, pero en cada
departamento y en cada municipio ha ido desarrollándose autónomamente. Creo que
habría podido ser una coalición mucho más potente. En algunos casos, decisiones
de politiqueros al servicio de sus propios pequeños intereses llevaron al
Partido Verde a su autodestrucción, la de quedar en el mismo paquete del
Partido Liberal, Cambio Radical, la U, el Partido Conservador, como lo acaban
de hacer en Antioquia con Aníbal Gaviria. Allá ellos si decidieron caminar en
la política tradicional.
Y ustedes, ¿qué harán, entonces, en Antioquia?
Nosotros, liderados por Iván Mauricio Pérez, estamos
presentando una propuesta limpia. Es muy difícil, pero siempre ha sido así.
Participar, con nuestras ideas y principios, es ganar. No negociaremos un apoyo
para lograr un triunfo electoral a cambio de ceder nuestros principios.
Justamente esta semana el senador Iván Marulanda
renunció a participar en los grupos directivos del Verde y a entregar avales
después de que ese partido se sumara a Aníbal Gaviria para la Gobernación de
Antioquia. ¿Esta semirruptura se repetirá en otras partes y podría afectar a
Coalición Colombia?
Esa ruptura es tangible y directa en Antioquia. Nacimos
en la política para representar una forma distinta de hacerla. En esa línea
llevamos 19 años y continuaremos allí. La decisión de los verdes en Antioquia
implica perpetuar la política tradicional y el clientelismo. Es lamentable y
vergonzosa. Nosotros nunca podremos estar en ese grupo. En el resto del país
miraremos caso por caso. Pero, de otro lado, vale la pena resaltar que en
muchos lugares tenemos buenas coincidencias y trabajamos juntos, sin problemas.
Compromiso Ciudadano, el movimiento que usted ha
liderado desde hace 20 años, ¿cuántos candidatos a alcaldías, gobernaciones,
concejos y asambleas tendrá?
Por primera vez tenemos más de 200 candidatos en todo
el país. Para mencionarle algunos, en contiendas por gobernaciones apoyamos a
Iván Mauricio Pérez, en Antioquia; Germán Escobar, en Cundinamarca; Álvaro
Muriel, en Quindío, y Leonidas Gómez, en Santander. En alcaldías de capitales
estamos con Claudia López, en Bogotá; Beatriz Rave, en Medellín; Alejandro
Eder, en Cali; Claudia Fadul, en Cartagena, y Alejandro García, en Pereira,
entre muchos otros. Para el 2022 soñamos con ser un partido político y, en esa
línea, seguiremos buscando liderazgos nacionales y locales que estén dispuestos
a seguir en esta construcción de largo plazo que trasciende esta campaña.
En plena campaña y de regreso a Bogotá
¿Es cierto que como parte de su relanzamiento como
candidato presidencial decidió trasladarse a Bogotá y abrir oficina-sede en la
capital?
Es cierto. Viví felizmente en Bogotá más de 20 años
desde el pregrado, en los años setenta, hasta cuando fui profesor de la
Universidad de los Andes y de la Universidad Nacional, en los noventa. Soy de
Medellín y estoy orgulloso de ser antioqueño pero decidí mudarme
permanentemente a Bogotá para poder articular mejor nuestro trabajo para las
elecciones regionales de 2019 y empezar a organizar nuestro proyecto para 2022. El camino es largo y a veces tortuoso
pero somos caminantes de largo aliento.
¿Cuáles serán sus actividades políticas inmediatas?
Hasta octubre 27 estaremos concentrados en las
elecciones regionales apoyando a nuestros 200 candidatos y viajando por el
país. En 2020 aspiro a recorrer los 32
departamentos para construir equipos de líderes en cada lugar que visite y
presentar un documental que cuente en qué está Colombia. Y en septiembre del año entrante vamos a
organizar un evento de tres días con personas relevantes del mundo académico,
intelectual, empresarial y político de Colombia y de otros países para discutir
nuestras ideas.
“(El reto) es hacer escuchar nuestra voz en medio de
los gritos”
¿Por qué, habiendo tenido usted semejante respaldo
popular, y habiendo sido el sorprendente tercero en votación nacional, ¿ha
estado al margen de la política?
Esa pregunta me sorprende. He dado este año,
posiblemente, más de 50 entrevistas en medios nacionales, locales y regionales.
He estado viajando y trabajando mucho en la Escuela de Formación Política y con
los candidatos que apoyamos. Solo este año he estado en unas 30 ciudades de
Antioquia, Valle del Cauca, Bogotá, Atlántico, Bolívar, Santander, Norte de
Santander. Tengo la intuición de que esa impresión surge porque no estoy todos
los días en el Congreso en donde se dan muchas de las noticias políticas del
país.
Me refiero a escenarios políticos diferentes a la
prensa y al Congreso: foros abiertos, discusiones directas con ciudadanos
convocados por su movimiento, convenciones con sus grupos de concejales,
diputados, etc...
Eso es lo que estamos haciendo todos los días: en la
calle y con la gente. Otra cosa es que nuestras actividades no tengan tanta
publicidad mediática. El reto de la comunicación política consiste en hacer
escuchar nuestra voz en el marco de una sociedad llena de gritos, mentiras,
rabias e insultos. En esas estamos.