Sergio Fajardo volverá a aspirar a la presidencia




Apenas a un año del actual Gobierno, anuncia que inicia campaña para las elecciones del 2022 después de que Claudia López diera una primera puntada con su sorpresivo saludo al “nuevo presidente de la República”. Fajardo cuenta cómo organizará su movimiento, se refiere al petrismo y a su agresividad contra él, considera mediocre la administración Duque y habla de la calificación de tibio que le endilgan sus críticos.

El año pasado, cuando usted estuvo a punto de pasar a la segunda vuelta presidencial, dijo que si Coalición Colombia (con el senador Robledo, Claudia López, Mockus, etc.) continuaba unida, lograría conquistar la Presidencia. Pero días después aseguró que volvería a la vida académica. Hoy, ¿cuál de sus dos afirmaciones se convertirá en realidad?

Durante la campaña pasada dije que mi sueño era terminar mi vida profesional siendo rector de una universidad y que no aspiraría a ningún cargo de elección popular. Lo que no podía prever era lo que iba a pensar y sentir después de sacar millones de votos y haber estado a un paso de la Presidencia. Conversé con muchas personas, retomé mi actividad como profesor en el TEC de Monterrey (Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, México) y decidí seguir trabajando para llegar a la Presidencia en 2022.

Siento inmensa responsabilidad con las personas de Compromiso Ciudadano y con nuestros votantes: no podemos dejar perder el espacio que construimos, como sucedió en 2010 con la Ola Verde (Mockus vs. Santos). En política y en la vida hay que perseverar.

¿No es un poco temprano y osado el inicio de campaña con tres años de anticipación?

Al dedicar mi vida a la actividad política, el paso natural es continuar construyendo la aspiración a la Presidencia de la República. Desde luego, el camino es largo y hay circunstancias que no se pueden predecir. Pero teniendo en cuenta las incertidumbres en un período de tres años, construimos una estrategia para 2022. En ese diseño estamos recogiendo experiencias, aprendiendo de los errores de 2018 y, con espacio y tiempo, examinando los cambios que se producen para tomar las decisiones que correspondan.

Usted asistió, hace poco, a la inscripción de la candidatura a la Alcaldía de Bogotá de Claudia López, en clara señal de respaldo. Al tiempo, Claudia se refirió a usted como “el futuro presidente de Colombia”. Esa afirmación, ¿es manifestación del respaldo anticipado de ella hacia usted?


Fue una expresión espontánea de la que no hablamos antes. Para apoyar a Claudia no le pedí nada a cambio. Nunca he hecho eso. No concierto con nadie apoyos, puestos o contratos. Ahora, la conmoción que causó ese saludo me sorprendió. Fue solo una mención y, sinceramente, creo que el foco debería estar puesto en el discurso de Claudia y en la visión que ella presentó de Bogotá, que me pareció excelente. Ojalá lo leyeran completo.

En el acto de inscripción de López también estaba el senador más destacado del Polo Democrático, Jorge Enrique Robledo. ¿Él lo respaldaría a usted en 2022?

Bueno, Robledo no es solo el senador más destacado del Polo Democrático sino del país. Aprendí a trabajar con él y lo respeto y admiro. Hicimos algo inusual en política: construir confianza con base en el trabajo en la calle. Mantenemos diferencias, por supuesto. Con respecto a su pregunta anterior y a esta, no sé si Claudia me va a apoyar porque, repito, nunca hemos hablado de eso. No me relaciono así con las personas: esa es la política tradicional. Espero que en 2022 Claudia sea la alcaldesa de Bogotá y que le esté yendo muy bien. Si vota por mí, mejor. Lo mismo pasa con Robledo. No he conversado con él de apoyo a nada. Sería una falta de respeto a él y al Polo Democrático.

Quien sí pareció sorprendido negativamente con la alusión de Claudia a su candidatura presidencial fue el senador Petro. Se le notó su reacción cuando, horas después, dio un portazo. Pero si él la apoyara, ¿usted se alejaría?


Petro ha revelado la complejidad de su carácter desde cuando perdió la Presidencia. Evidentemente, no ha podido aceptar que no ganó y que él mismo fue el responsable de su derrota. Cada quien asume el estilo de liderazgo que quiere representar. No tengo ningún problema si Petro apoya a Claudia López y tampoco tengo problema si Uribe dijera que Iván Mauricio Pérez (candidato del fajardismo en Antioquia) debería ser el nuevo gobernador del departamento, sencillamente porque tendrían razón: Claudia es la mejor candidata en Bogotá e Iván Mauricio en Antioquia. Lo que yo piense y opine no depende ni de Petro ni de Uribe. Resulta de revisar mis principios. Eso mortifica a algunas personas que viven en función de ubicarse según les indiquen alguno de ellos dos.

¿Es un vainazo para quienes están en una de las dos orillas, petrista o uribista, y quisieran verlo a usted ubicado en cualquiera de ellas?

He sido reiterativo en que Colombia no está dividida en dos grupos, uno de Petro y otro de Uribe. La realidad es mucho más compleja. Hay millones de personas en todo el espectro político que comparten ideas con nosotros y que no caben en esa clasificación que se quiere imponer desde la perspectiva de la polarización y el populismo.

Con independencia de lo que se piense sobre ellos dos, no se puede desconocer que lideran los grandes bloques de opinión en que está dividida la mayoría del país votante. Su posición de no estar ni con el uno ni con el otro, ¿se mantendrá inamovible para su próxima campaña? Se lo pregunto porque, si bien esa decisión le ha reportado muchos seguidores, también se los ha quitado.

Reitero: nosotros no hacemos política en función de lo que diga el uno o el otro, sino en función de unos principios, de la forma como entendemos y queremos la sociedad, de los aprendizajes adquiridos durante todos estos años. Estoy absolutamente convencido de que la mayoría del país no quiere la polarización a la que invitan los dos extremos. Seguiremos nuestro camino que, además, ha sido muy exitoso en los casos de la Alcaldía de Medellín y la Gobernación de Antioquia. Y fíjese hasta dónde llegamos en las pasadas elecciones presidenciales. Sobre esas experiencias vamos a seguir construyendo una propuesta para el 2022 que, no tengo duda, será ganadora.

Aun cuando Coalición Colombia reunió a colectividades y líderes cuyo acuerdo parecía imposible de lograr, los acercamientos con el petrismo siempre han sido improbables. Las menciones negativas a su nombre por parte de los seguidores del senador son muy agresivas. ¿A qué se debe tanta pugnacidad?

Ha habido una gran agresividad de Petro y de algunos de sus seguidores contra mí. De todo me han dicho: narcotraficante, ladrón, cómplice de asesinos, paramilitar, etc. Petro, el petrismo, hace un año me ofrecían “cogobernar” y él dijo que me entregaría la Presidencia. Quiere decir que, o saben bien que calumnian todos los días con los insultos que me dirigen o que estaban dispuestos a “cogobernar” con un criminal. Es el ejemplo clásico del fin justifica los medios, mientras, para mí, son los medios los que justifican el fin. Yo no veo que exista el fajardismo, pero, en cualquier caso, he tratado de dar ejemplo con mi comportamiento. Y me esfuerzo por no responder agravios, por demostrar que uno puede ser diferente sin ser enemigo y que el carácter no lo tiene el que más insulte o grite, sino el que se mantenga coherente y consistente con respecto a unos principios.


Hablando de apoyo popular, el suyo, en mayo de 2018, fue de 4’587.000 votos. ¿Cree que conserva ese número de electores o tendrá que trabajar para reconquistarlos?

Tenemos que trabajar todos los días. Nuestros votantes son hombres y mujeres libres que están observando y pensando. No me ven como un mesías ni están esperando instrucciones de mí ni de nadie. Lo sé porque estuve y sigo estando en las calles, caminando y hablando con los ciudadanos. El reto, además, es llegar a más personas. Ahora seguimos día a día trabajando para ampliar el grupo de colombianos que nos escuchan sin amarguras ni rabias. Con el espíritu en paz.

Si bien mucha gente lo ha respaldado por años, otra lo critica porque, según dice, “no asume posiciones”. Lo califican con un término: “tibio”. Primero, ¿lo ofende ese calificativo? Segundo, ¿se siente como tal? Tercero, ¿cambiará sus actitudes y posiciones con el fin de que no lo llamen así en la campaña que inicia ahora?

No me mortifica que me lo digan porque nosotros representamos una alternativa diferente. Otros creen que todo vale y que, con tal de ganar, hay que hacer lo que sea. Por supuesto, no cambiaré de actitud. No creo en esos políticos que visten un disfraz diferente en cada campaña. La trampa de la polarización consiste en que, supuestamente, usted tiene que estar con Uribe o con Petro. No estoy con ninguno de los dos. Si esa es la definición de ser tibio, entonces lo soy. Mi riqueza es la confianza, y la fórmula es muy sencilla: confianza = coherencia + consistencia.

¿Qué piensa del nuevo Gobierno y cómo califica al presidente Duque y a su gabinete, de quienes una gran parte del país piensa que no han dado pie con bola?

Lo he dicho y lo seguiré repitiendo porque no ha cambiado nada: Duque no tiene norte. El discurso del 20 de julio sirvió para mostrar una colección de eslóganes, algunos bien intencionados, y no mucho más. En un principio pensaba que podía encontrar un sello propio, pero ya no lo creo, pues apenas le quedan tres años. Gobernar durante un cuatrienio es muy difícil, y si en el primer año no señaló un rumbo, no creo que lo vaya a encontrar. La implicación inmediata es que Duque es una presa fácil para el Centro Democrático. Es un gobierno mediocre.

¿Duque no pudo despegar porque no se desprendió de su partido y de su jefe, del que se asegura que es el verdadero gobernante, o por falta de capacidad personal y de norte político?

Es una mezcla de esas situaciones. Uno, la falta de experiencia en su condición de líder y, en particular, de gobernante, se nota en la forma como el presidente ha manejado su primer año: no ha tenido la capacidad de marcar un norte y de conducir el país hacia ese norte. Dos, su partido, desde el primer día de su mandato y con el discurso del señor Macías, le fijó una agenda que hacía imposible lograr lo que él anunció como su principal propósito, es decir, unir al país. Su partido divide y sigue dividiendo. Y ahí está atrapado sin remedio.

El presidente y sus funcionarios le echan la culpa de los bajos resultados del Gobierno en materia legislativa a su intento de terminar el soborno en las relaciones del Ejecutivo con los congresistas mediante la tal “mermelada”. Para usted, ¿eso es cierto y explica la pobreza del balance anual?

Creo que establecer una relación con el Congreso que no se base en puestos y contratos es saludable para el manejo de las políticas públicas. El problema es que el Gobierno no ha tenido capacidad para construir otra forma de relacionarse con el Legislativo. Hablo a partir de la experiencia personal en la Alcaldía y la Gobernación: no le dimos un puesto ni un contrato a nadie en el Concejo o en la Asamblea y no armamos una sola coalición en el sentido tradicional del término, pero invitamos a los concejales y a los diputados a trabajar alrededor de nuestro programa, enriqueciéndolo con sus ideas y propuestas y reconociéndoles sus aportes ante la ciudadanía. En otras palabras, cambiamos el clientelismo por ideas, propuestas, reconocimientos y transparencia.

Por su origen partidista y, claramente, por la alta influencia que ejerce el senador Uribe en la administración Duque, se sabe que este Gobierno cumple, apenas a regañadientes y con muchas trabas, lo pactado en el Acuerdo de Paz. En su actividad política presente y futura, ¿usted respaldará el Acuerdo y la palabra firmada por el Estado o preferiría mantenerse al margen de esta discusión?

Nunca me he mantenido al margen de esa discusión. Desde la Gobernación de Antioquia apoyamos las negociaciones y la construcción de los Acuerdos de Paz. No en un escritorio sino en los territorios. Lideró ese trabajo el ahora senador Iván Marulanda, sin hacer bulla ni estar posando para fotos. Luego voté sí en el plebiscito. Y en la campaña, con Claudia López y Jorge Robledo, hicimos de la construcción real de la paz un eje de la propuesta. Para 2022 veremos qué nos toca heredar. Con dolor, siento que el proceso y lo que vino después fue una oportunidad perdida en muchas dimensiones, pero no podemos claudicar. Lideraré la transformación que necesitamos.

Para que quede claro desde ahora: esa transformación de la que habla, ¿será hacia el perfeccionamiento del Acuerdo o hacia la ruptura de lo firmado y la creación de un nuevo pacto, si es que todavía se puede?

Hacia el perfeccionamiento del Acuerdo, para no perder el camino recorrido. Pero advierto que no sé qué vamos a encontrar dentro de tres años.

¿Coalición Colombia subsistirá, como usted también lo dijo en mayo del 2018, para presentar candidatos conjuntos en todo el país este año de elecciones locales y regionales, o cada uno de los movimientos va con sus propios aspirantes?

Compromiso Ciudadano apoya a más de 200 candidatos. Se han inscrito por firmas o con avales del Verde, del Polo Democrático y Colombia Renaciente. En ese sentido, la Coalición Colombia se mantiene, pero en cada departamento y en cada municipio ha ido desarrollándose autónomamente. Creo que habría podido ser una coalición mucho más potente. En algunos casos, decisiones de politiqueros al servicio de sus propios pequeños intereses llevaron al Partido Verde a su autodestrucción, la de quedar en el mismo paquete del Partido Liberal, Cambio Radical, la U, el Partido Conservador, como lo acaban de hacer en Antioquia con Aníbal Gaviria. Allá ellos si decidieron caminar en la política tradicional.

Y ustedes, ¿qué harán, entonces, en Antioquia?

Nosotros, liderados por Iván Mauricio Pérez, estamos presentando una propuesta limpia. Es muy difícil, pero siempre ha sido así. Participar, con nuestras ideas y principios, es ganar. No negociaremos un apoyo para lograr un triunfo electoral a cambio de ceder nuestros principios.

Justamente esta semana el senador Iván Marulanda renunció a participar en los grupos directivos del Verde y a entregar avales después de que ese partido se sumara a Aníbal Gaviria para la Gobernación de Antioquia. ¿Esta semirruptura se repetirá en otras partes y podría afectar a Coalición Colombia?

Esa ruptura es tangible y directa en Antioquia. Nacimos en la política para representar una forma distinta de hacerla. En esa línea llevamos 19 años y continuaremos allí. La decisión de los verdes en Antioquia implica perpetuar la política tradicional y el clientelismo. Es lamentable y vergonzosa. Nosotros nunca podremos estar en ese grupo. En el resto del país miraremos caso por caso. Pero, de otro lado, vale la pena resaltar que en muchos lugares tenemos buenas coincidencias y trabajamos juntos, sin problemas.

Compromiso Ciudadano, el movimiento que usted ha liderado desde hace 20 años, ¿cuántos candidatos a alcaldías, gobernaciones, concejos y asambleas tendrá?
Por primera vez tenemos más de 200 candidatos en todo el país. Para mencionarle algunos, en contiendas por gobernaciones apoyamos a Iván Mauricio Pérez, en Antioquia; Germán Escobar, en Cundinamarca; Álvaro Muriel, en Quindío, y Leonidas Gómez, en Santander. En alcaldías de capitales estamos con Claudia López, en Bogotá; Beatriz Rave, en Medellín; Alejandro Eder, en Cali; Claudia Fadul, en Cartagena, y Alejandro García, en Pereira, entre muchos otros. Para el 2022 soñamos con ser un partido político y, en esa línea, seguiremos buscando liderazgos nacionales y locales que estén dispuestos a seguir en esta construcción de largo plazo que trasciende esta campaña.

En plena campaña y de regreso a Bogotá

¿Es cierto que como parte de su relanzamiento como candidato presidencial decidió trasladarse a Bogotá y abrir oficina-sede en la capital?

Es cierto. Viví felizmente en Bogotá más de 20 años desde el pregrado, en los años setenta, hasta cuando fui profesor de la Universidad de los Andes y de la Universidad Nacional, en los noventa. Soy de Medellín y estoy orgulloso de ser antioqueño pero decidí mudarme permanentemente a Bogotá para poder articular mejor nuestro trabajo para las elecciones regionales de 2019 y empezar a organizar nuestro proyecto para  2022. El camino es largo y a veces tortuoso pero somos caminantes de largo aliento.

¿Cuáles serán sus actividades políticas inmediatas?

Hasta octubre 27 estaremos concentrados en las elecciones regionales apoyando a nuestros 200 candidatos y viajando por el país. En  2020 aspiro a recorrer los 32 departamentos para construir equipos de líderes en cada lugar que visite y presentar un documental que cuente en qué está Colombia.  Y en septiembre del año entrante vamos a organizar un evento de tres días con personas relevantes del mundo académico, intelectual, empresarial y político de Colombia y de otros países para discutir nuestras ideas.

“(El reto) es hacer escuchar nuestra voz en medio de los gritos”

¿Por qué, habiendo tenido usted semejante respaldo popular, y habiendo sido el sorprendente tercero en votación nacional, ¿ha estado al margen de la política?

Esa pregunta me sorprende. He dado este año, posiblemente, más de 50 entrevistas en medios nacionales, locales y regionales. He estado viajando y trabajando mucho en la Escuela de Formación Política y con los candidatos que apoyamos. Solo este año he estado en unas 30 ciudades de Antioquia, Valle del Cauca, Bogotá, Atlántico, Bolívar, Santander, Norte de Santander. Tengo la intuición de que esa impresión surge porque no estoy todos los días en el Congreso en donde se dan muchas de las noticias políticas del país.

Me refiero a escenarios políticos diferentes a la prensa y al Congreso: foros abiertos, discusiones directas con ciudadanos convocados por su movimiento, convenciones con sus grupos de concejales, diputados, etc...

Eso es lo que estamos haciendo todos los días: en la calle y con la gente. Otra cosa es que nuestras actividades no tengan tanta publicidad mediática. El reto de la comunicación política consiste en hacer escuchar nuestra voz en el marco de una sociedad llena de gritos, mentiras, rabias e insultos. En esas estamos.

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