
Ese era el
pensamiento que tenía Robinson Ramírez, un cerrajero que confesó haber
asesinado a Mirian Vargas Castaño.
Lo hizo de
la manera más atroz, llegó hasta su vivienda donde muy seguramente le arrebató
la vida utilizando un elemento contundente. La montó a un vehículo y la arrojó
al río Páez no sin antes cometer un segundo despiadado acto.
Así, le puso
fin a la existencia de una madre cabeza de hogar, una modista profesional, una
ciudadana ejemplar, con una sonrisa siempre para los demás y cuyos dos hijos
eran su adoración y por quien laboraba cada día, en esta época confeccionando
tapabocas.
A Robinson
lo describen como una persona posesiva. No le permitía a Mirian gozar de su
libertad o compartir sus espacios; “era de él o no era de nadie”.
Con la misma
frialdad con la que cometió el crimen, Robinson Ramírez se entregó a las
autoridades y confesó lo que hizo con la que fue la mujer de la que
supuestamente se enamoró.
Robinson no
estaría capturado, solamente custodiado teniendo en cuenta el estado en el que
se encuentra la comunidad por lo ocurrido.
Lo más
posible es que las autoridades indígenas lo tomen en juicio ante el no proceder
de la Justicia ordinaria.
Hoy, se le
dio el último adiós a Mirian Vargas Castaño la tercera mujer asesinada en el
Cauca en 48 horas.
Nota: Oscar
Solarte