Los chilenos decidieron este domingo, por una aplastante mayoría del 77,9 por ciento, reemplazar su actual Constitución, redactada durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), cuando se ha escrutado más del 60 % de los votos en el histórico plebiscito surgido de las protestas de octubre 2019.
Sobre el
órgano que debe escribir el nuevo texto, la otra pregunta que se planteó en la
histórica votación, se impone con un 79,06 % la opción de la convención
constitucional, que estará integrada solo por ciudadanos electos para ese fin y
será paritaria, según los últimos datos ofrecidos, que se presumen
irreversibles, informados por el Servicio Electoral de Chile (Servel).
La opción
del rechazo al cambio constitucional recibió un 22,03 % de los votos, mientras
que la opción de que la nueva Carta Magna la elabore una convención mixta
formada por parlamentarios y ciudadanos electos obtuvo el 20,94 % de los votos.
Las 155
personas que integrarán la convención ciudadana que redactará la nueva
Constitución serán elegidas por votación popular el 11 de abril del año que
viene y a partir de entonces tendrán un margen de nueves meses, prorrogables
una sola vez por tres meses más, para elaborar el texto de la nueva Carta
Magna.
El texto
resultante será sometido a un nuevo referéndum, ya en 2022, que será de voto
obligatorio y en el que los ciudadanos decidirán si lo aprueban o rechazan.
La consulta,
que en un primer momento se programó para abril de este año, se pospuso hasta
esta jornada debido a la pandemia y se desarrolló bajo estrictas medidas
sanitarias y de distancia física.
La oposición
de izquierdas se mostró partidaria del cambio en todo momento mientras que los
cuatro partidos de derechas que integran la coalición gubernamental se
mostraron divididos, entre los que defendían a ultranza el cambio
constitucional y quienes apoyaban elaborar un nuevo Texto Fundamental.
Piñera no se
pronunció públicamente sobre el sentido de su voto y se limitó a alentar la
participación, al tiempo que pidió a su gabinete no participar en actos
públicos en apoyo a ninguna de las opciones. Desde el comienzo de la tarde, la
céntrica Plaza Italia de Santiago de Chile se llenó de miles de personas para esperar
el resultado del conteo de votos y celebrar desde muy pronto la tendencia que
daba la victoria al cambio constitucional, festejos que continúan a estas horas
y se reproducen en otras ciudades del país.
Altísima
participación electoral
En la céntrica
plaza Italia de Santiago, epicentro de las protestas del último año, Sebastián
Llanta, un ingeniero de 32 años, dijo que "esto que está pasando hoy día
era algo imposible de imaginar". "Se está logrando por todo lo que
pasó hace poco más de un año. No va a ser mágico de la noche a la mañana, pero
lo que pase ahora tiene que ver con el aporte de todos nosotros", añadió,
antes de irse a bailar al ritmo de "Quieren dinero" (1986), una
canción-protesta de Los Prisioneros que se hizo popular en plena dictadura
(1973-1990) y que sonaba en un altoparlante.
Más de 14,7
millones de chilenos estaban llamados a votar. Con mascarillas y la esperanza
de un cambio, se observaron largas filas en los centros de votación, donde el
proceso transcurrió sin incidentes y con los resguardos sanitarios para evitar
contagios de coronavirus.
La tasa de
participación era un dato clave en una cita electoral en plena pandemia, en un
país donde desde 2012 el voto es voluntario. La referencia inmediata era la
presidencial de 2017, cuando fue electo el presidente Sebastián Piñera, y votó
el 49,2%.
Plebiscito
Según los
sondeos previos, la mayoría de los chilenos estaba a favor de aprobar el
plebiscito para una nueva constitución.
"Hoy
los chilenos y chilenas han expresado libremente su voluntad a través de las
urnas, eligiendo la opción de una convención constituyente, por primera vez con
plena igualdad entre hombres y mujeres, para acordar una nueva Constitución
para Chile", dijo el presidente del país, Sebastián Piñera, en una
intervención pública desde la sede del Gobierno, dando la victoria a la opción
del cambio de Carta Magna cuando apenas se había escrutado el 20 % de los
votos.
El
plebiscito fue fruto de un acuerdo político entre el oficialismo y casi todas
las fuerzas de oposición para descomprimir la grave ola de protestas desatadas
el año pasado contra la desigualdad y en favor de mejores servicios básicos,
que entre masivas manifestaciones pacíficas produjo también episodios de
extrema violencia y represión policial, y causó al menos 30 muertos y miles de
heridos.
"Hay
mucha gente para votar en todos los lados. Nunca he visto tanta gente, y mucha
juventud", dijo José Gallardo, un taxista de 73 años que recorrió la
ciudad durante la mañana.
El
plebiscito ha estado marcado por la posibilidad de cambios que abre este
inédito proceso electoral, decidido tras un amplio acuerdo político alcanzado
en noviembre del año pasado, casi un mes después del inicio, el 18 de octubre
de 2019, de las protestas sociales y enfrentamientos violentos con la Policía
tras el alza en la tarifa del Metro de Santiago.
La elección
se realiza justo un año después de que tuviera lugar, el 25 de octubre de 2019,
la mayor marcha realizada en democracia. Más de 1,2 millones de personas se
reunieron en torno a la Plaza Italia de Santiago, una demostración de la
profundidad y amplitud del descontento social acumulado en décadas en un país
considerado un modelo de crecimiento económico y estabilidad en América Latina.
"A un
año del estallido social es la primera oportunidad real que tenemos para hacer
los cambios necesarios para mejorar la salud, la educación; para tener una
sociedad más igualitaria", dijo Pilar Matus, una profesora de 47 años que
participó en esa gran marcha. El presidente Piñera, que se mantuvo neutral
hasta la fecha y no reveló si iba a votar a favor o en contra, votó temprano y
pidió a sus compatriotas acudir a las urnas "porque todas las voces
importan".
También
llamó a "rechazar la violencia y abrazar el camino de la unidad".
"Hemos esperado mucho más de un año (por esto), es un evento histórico en
nuestro país", dijo a la AFP emocionado Elías Pérez, un psicólogo de 39
años, que votó en el Estadio Nacional de Santiago, lugar emblemático en la historia
chilena convertido para esta jornada en el centro de votación más grande del
país.
La madre de
la injusticia
Para un
amplio sector de la población, la Constitución de 1980 es la madre de las
desigualdades de Chile. Si bien la carta magna no establece la privatización de
sectores básicos, como la salud o la educación, fomenta la participación de los
privados y reduce el tamaño del Estado.
Pero para
los detractores del proceso, un cambio a la Constitución podría minar la salud
de la economía y el desarrollo social. "Un primer propósito de este
proceso constituyente es dejar atrás la sombra de la dictadura de Pinochet
(...) elaborada bajo el uso de la fuerza", explicó a la AFP Marcelo Mella,
politólogo de la Universidad de Santiago.
El segundo
objetivo, agregó Mella, es "poder resolver por la vía política y pacífica
los problemas que se han transformado en estructurales", como la
desigualdad y la exclusión. Además de elegir entre "Apruebo" y
"Rechazo", los electores también definían el órgano que redactará la
eventual nueva Constitución: una "Convención Mixta", compuesta por
172 miembros, distribuida a partes iguales entre ciudadanos electos y
parlamentarios en ejercicio, o una "Convención Constitucional", de
155 miembros, en la cual todos sus integrantes deben ser elegidos popularmente.
Tomado del
Tiempo