Charity Sutte, oriunda de Estados Unidos, contó que su
madre sacó gasolina de la cortadora de césped para tratar el problema de
piojos. Según la mujer, ese líquido inflamable funcionaba mejor que cualquier
medicamento.
Cubrió con gasolina el cuero cabelludo de la niña de 4
años. Minutos más tarde, encendió un cigarrillo cerca de la menor de edad y una
colilla cayó en su cabeza, que se prendió en llamas.
La pequeña fue trasladada a un centro médico con
quemaduras de tercer grado que afectaron el 60% de su cuerpo.
Luego de que salvaran su vida, los médicos realizaron
durante varios años cirugías para tratar de reconstruir su rostro.
En su relato a The Sun, la joven asegura que su madre
estaba desesperada, pues ningún tratamiento contra los piojos funcionaba: “No
estoy diciendo que haya sido culpa de nadie, pero definitivamente fue un
círculo vicioso de niños que se acercaron demasiado y volvieron a pasar los
piojos de uno a otro. No podíamos permitirnos seguir gastando dinero en
tratamientos costosos que no estaban funcionando y ella no sabía qué
hacer".
Todavía recuerda lo que sucedió esa fatídica jornada:
“Me prendí en llamas como una hoguera. Recuerdo a mi mamá gritando, pero
extrañamente, no recuerdo el dolor ya que casi todo mi cuerpo se incendió. Creo
que fue tan traumático que lo guardé en mi memoria en alguna parte".
La madre de la joven la envolvió en una toalla y la
trasladó a una clínica. Por la gravedad de sus heridas, fue remitida en
helicóptero a otro centro asistencial.
"Tenía quemaduras en toda la cara, el cuello, el
brazo izquierdo, parte de la pierna izquierda y en la espalda. Los médicos
dijeron que tenía quemaduras de tercer grado en más del 60% de mi cuerpo",
recalcó.
Los especialistas decidieron que lo mejor era
inducirla a un coma durante varios meses, esto mientras realizaban injertos de
piel y varias cirugías reconstructivas.
"Recuerdo que las enfermeras y los médicos fueron
muy amables conmigo. Mi objetivo era volver a la escuela para ver a mis
amigos", recalcó.
Mientras avanzaba su recuperación, las autoridades
adelantaban una investigación sobre lo sucedido. Tras el incidente, los
servicios de protección infantil decidieron que la custodia de la niña debía
pasar al padre.
Charity Sutte expuso que su vida cambió por completo
luego del accidente: "Era una niña solitaria, no me permitían ver amigos
después de la escuela y rara vez salía de casa. Cuando lo hice, la gente me
miró como si fuera una especie de extraterrestre con mi fea piel roja y llena
de cicatrices”.
Mucho le costó, pero logró aceptarse tal y como era.
Se convirtió en una inspiración para las personas que también han sufrido
quemaduras en el rostro y otras partes del cuerpo.
"Parte de mi recuperación fue finalmente aceptar
que, aunque tengo cicatrices, lo que está adentro es lo que cuenta. Sabía que
encontraría a alguien que también creyera en eso", manifestó.
Hoy, recuperada y viviendo su vida al máximo, disfruta
de su novio, sus amigos y su familia, que fueron un pilar importante en su
proceso.
Fuente: Noticas Caracol