'ExoMars 2016' buscará pruebas de actividad biológica en la
superficie de este planeta.
La misión ruso-europea ExoMars 2016 entró este lunes
en órbita, iniciando la primera fase de su largo viaje desde el cosmódromo de
Baikonur, en Kazajistán, hacia el planeta Marte, para buscar posibles pruebas
de actividad biológica en su superficie.
La misión, montada pese a las persistentes tensiones y las
recíprocas sanciones adoptadas entre la Unión Europea y Rusia, permite a los
europeos volver a Marte, tras un primer éxito en 2003, y a los rusos concretar
su sueño de explorar un día el planeta rojo.
El cohete Protón, que despegó a las 9:30 a.m. de las estepas
de Kazajistán, transporta una sonda capaz de detectar gases a nivel de
vestigios, llamada TGO (Trace Gaz Orbiter), que "será como una gran nariz
en el espacio", ilustra el argentino Jorge Vago, responsable científico de
este programa para la Agencia Espacial Europea (ESA).
El cohete lleva además un módulo de prueba de aterrizaje,
bautizado Schiaparelli, nombre del astrónomo italiano del siglo XIX Giovanni
Schiaparelli, célebre por haber observado los llamados "canales" de
Marte.
ExoMars está actualmente en órbita alrededor de la Tierra y
va a encender tres veces sus propulsores para tomar velocidad y dirigirse a
Marte, según la ESA.
Si todo va bien, tras un viaje de siete meses en el que
recorrerá 496 millones de kilómetros, el módulo de aterrizaje se separará de la
sonda el 16 de octubre para posarse sobre el planeta rojo tres días después.
El módulo Schiaparelli pesa 600 kilos y tiene las
dimensiones de un coche pequeño. Ante la ausencia de paneles solares, su vida
útil será de entre dos y cuatro días. Está equipado con una estación
meteorológica básica.
Una vez lanzado el módulo de aterrizaje, la sonda TGO
entrará en una órbita elíptica e irá disminuyendo su velocidad para ubicarse en
una órbita circular a 400 km de altitud sobre Marte.
Hacia fines de 2017 comenzará su tarea científica. Equipada
con instrumentos europeos y rusos, la sonda TGO buscará vestigios de gases en
la atmósfera del planeta, especialmente aquellos con base de carbono, como el metano.
Ese gas interesa particularmente a los científicos porque en
la Tierra aparece en el 90% de los orígenes biológicos. Además, su vida tiene
una duración limitada. En consecuencia, su eventual detección por la TGO podría
ser un índice posible de la presencia actual de una vida a nivel de
microorganismos en Marte.
¿Vida pasada en Marte?
La misión Exomars 2016, que inicialmente se contempló en
colaboración con Estados Unidos, fue finalmente realizada junto a Rusia tras la
defección de la NASA en 2011 por razones presupuestarias.
Luego vendrá el turno de otra misión ruso-europea, ExoMars
2018, que enviará un vehículo para que busque señales de vida pasada sobre
Marte. Prevista para 2018, podría sufrir retrasos.
Esta es la segunda vez que Europa pone rumbo a Marte. En
2003 lanzó con éxito Mars Express, que cumplió con su misión científica.
Pero el pequeño módulo de aterrizaje británico Beagle 2
lanzado por Mars Express nunca dio señales de vida. Fue ubicado, once años
después, parcialmente desplegado sobre la superficie del planeta.
Por su parte, Rusia, heredera de la Unión Soviética --que
envió el primer hombre al espacio y el primer robot a la luna--, sueña con
explorar Marte y reverdecer anteriores laureles espaciales, pese a la crisis
económica y a algunos reveses recientes.
El futuro "Objetivo Marte" también ha impulsado
experiencias como la llevada a cabo por el astronauta estadounidense Scott
Kelly y el cosmonauta ruso Mijail Kornienko, que regresaron a la Tierra el 2 de
marzo pasado, tras pasar casi un año en órbita.
Tomada de El Espectador