El pasado 6 de febrero una noticia marcó a
los colombianos al conocer el suicidio de Jessy Paola Moreno quien se lanzó
junto a su hijo de 10 años de un de un viaducto en construcción, en Ibagué,
Tolima, una caída de aproximadamente 100 metros.
Rápidamente en redes salieron varias
versiones y noticias falsas sobre las razones y otras especulaciones hasta
paranormales para semejante caso, algunas de estas fueron, que supuestamente la
mujer estaba embarazada, que se apareció algo extraño en el cielo, que el hijo
tenía una enfermedad terminal e incluso se dijo que lo hacía porque estaba
siendo perseguida por un ‘gota a gota’.
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¿Pero qué de todo esto era cierto? La
revista Semana investigó a profundidad este caso y en el lugar de los hechos
entrevistó a muchas fuentes entre esos, testigos y amigos de la mujer para
exponer en una completa crónica las verdaderas razones del suicidio de Jessy
Paola junto a su hijo.
En la investigación de la revista se
cuenta que la mujer ató a su hijo al cuerpo de ella con una correa y una cobija
y concluyó que “el caso de Jessi Paola se debió a un cuadro clínico de
depresión severa, fomentado por una decepción amorosa y una crisis económica.
No hubo amenazas, desalojos, embarazos, enfermedades ni una carta de
confesión”.
El medio de comunicación habló, no solo
con cercanos, autoridades y familiares, también con las personas y policías que
estuvieron con ella ese día, persuadiéndola de evitar saltar al vacío y uno de
los policías cuenta que la decisión del suicidio la había tomado hace 15 días.
En esas angustiosas horas, lo más
dramático de la escena era ver cómo el niño también intentaba convencer a su
mamá de no lanzarse. Uno de los socorristas le contó al periodista que Nicolás,
como se llamaba el pequeño, le decía:
“Mamita, no lo haga por favor, no me
quiero morir, déle la mano a los policías que la quieren ayudar”.
A la escena del puente también llegó una
psicóloga y un bombero a quienes Jessy les contó que sus razones para tomar la
decisión eran: “ya no puedo más, tengo muchos problemas económicos y
sentimentales; todos me dieron la espalda. Tuve que vender mi ‘motico’ para
darle de comer a mi hijo”.
Sobre por qué lo hacía junto al pequeño
Nicolás, ella decía: “si lo dejo solo, va a sufrir más que yo; no tengo quién
me lo cuide, mi mamá no tiene con qué”. Ante ello, uno de los intermediarios se
ofreció a adoptar el niño, si se lo entregaba; pero Jessi lo desarmó con un
argumento impensable, “usted me dice eso ahora, solo para convencerme”.
La revista Semana descubrió en su
investigación que el padre de su hijo desapareció desde que estaba muy pequeño
y ella inició hace siete años una relación con un hombre que la doblaba en
edad, pero terminó en junio del año pasado. Ahí empezaron sus dificultades.
Pasó de las comodidades de una clase media a vivir en una habitación.
En esa investigación también encontraron
que “Medicina Legal confirmó que ella no estaba en embarazo y que el cuerpo de
Nicolás no tenía rastros de alguna enfermedad terminal. En cuanto a las deudas
que podría tener la joven madre, por ahora está claro que ni su expareja ni sus
arrendadores detectaron que ella fuera objeto de acoso por parte de cobradores
o se escondiera de los acreedores”.