Amor y traición son
dos sentimientos que acabaron con una de las redes de ‘gota a gota’ y microtráficos
más grandes de Colombia.
La organización, según
la Policía del Tolima, usaba como centro de cobros y de microtráfico una
escuelita y una tienda de barrio.
Las instalaciones de
la escuelita ubicada en Mariquita (Tolima), en donde al menos 100 niños iban a
aprender, la transformaron los delincuentes durante los fines de semana en su
centro de operaciones para cobros de ‘gota a gota’ y venta de drogas al
menudeo.
Un infiltrado de la
policía, con su cámara, además grabó la compra y venta de drogas.
“Para distribuir estos
alucinógenos los fines de semana en que la escuela estaba desocupada y también
tenían tiendas donde vendían y distribuían a nuestros menores de edad”,
denunció el coronel Rodolfo Carrero, comandante de la Policía del Tolima.
Pero llegar hasta este
punto de la investigación, aseguran, no fue fácil, pues un agente tuvo que
conquistar el corazón de la pareja sentimental del jefe de la oficina de
sicarios de la red.
“Era una persona que
tenía problemas sentimentales con su pareja y comencé a ganarme la confianza de
ella, invitándola a salir, a cenar llevándole chocolates, siendo comprensivo
con ella, y comenzó a contarme las historias de ella, lo que le pasaba, y así
me gané tanto la confianza que ella empezó a suministrarme información
importante para la operación”, contó el uniformado, de manera anónima.
Información que iba
reportando a sus jefes y a la Fiscalía.
“Días antes de la
operación me reúno con esta persona y le digo que tengo una calamidad familiar
y que tengo que viajar”, cuenta el policial infiltrado.
Tomado de Caracol
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