Durante
más de ocho días cientos de manifestantes se tomaron varias ciudades de Ecuador. Sin esperar a los servicios
públicos de limpieza, la gente de Quito
recoge los escombros que dejaron las violentas protestas.
Con escobas y palas en mano y mascarillas en la
boca, miles de ecuatorianos salieron este lunes a la calles de
Quito para recuperar el aspecto que tenía la capital de Ecuador antes de las
protestas que durante once días convirtieron a la ciudad en un escenario de
devastación, más típico de una guerra.
Sin esperar a que los
servicios públicos de limpieza hicieran la tremenda tarea de recoger los
escombros dispersos por el centro de la urbe, los vecinos de Quito
protagonizaron una ejemplar y masiva "minga",
como se conoce en los países andinos a la labor comunitaria que se realiza de
manera conjunta y gratuita.
En ella estuvieron muchos de los manifestantes que en los días
anteriores habían destrozado el mobiliario urbano y que habían dejado patas
arriba el centro urbano para protestar contra el polémico decreto del Gobierno
que eliminaba los subsidios a los combustibles, que finalmente va a ser
derogado.
La mayoría acudió al parque El Arbolito, la "zona cero"
de estas protestas, cuyos alrededores eran una maraña de barricadas formadas
con adoquines callejeros y cúmulos de cenizas aún humeantes de las fogatas que
prendieron durante los disturbios en la zona.
Los primeros en llegar se encontraron allí de todo tirado por el
piso, incluso los escudos de cartón con los que se defendían los manifestantes
en los enfrentamientos con la Policía.
"Nos
ha conmovido ver mucho los escudos. Ahí está el corazón de Ecuador realmente,
en indígenas que se defendían con un escudo de cartón. Ahí se ve que somos
gente pacífica y que no buscábamos dañar a nadie", con a Efe Karina
Machado, madre de 39 años con dos hijos.
"Hemos venido con el único objetivo de demostrar que estamos
unidos por un bien común, en medio de todas las circunstancias que nos ha
tocado vivir", añadió.