Habitante de calle le propinó una golpiza a una joven en Neiva luego de intentar manosearla





Ana María Ramírez González con dolor muestra hoy los moretones, rasguños y heridas que están por todo su cuerpo, marcas que reflejan el terrible episodio que vivió el pasado lunes a las seis de la tarde, cuando fue salvajemente golpeada por un habitante de la calle, justo cuando pasaba debajo del intercambiador la carrera 16 donde está ubicado un parque biosaludable.

“Yo tomé una buseta e iba para el hospital y timbré y el conductor me dijo que donde yo le había indicado no me podía dejar, y me dijo que me dejaba más abajo, yo no le vi ningún problema. Él me dejó cerca a unos árboles, debajo del puente y yo me bajé y me di cuenta que había un indigente, lo noté porque su ropa estaba sucia y rasgada, olía mucho a marihuana, su cara y su pelo sucios”, relató.

Su tragedia comenzó cuando le tocó la cola mientras caminaba. “Comenzó a ‘pispear’ y a decirme mona, yo no le presté atención y seguí, cuando sentí fue que me agarró la cola y mi reacción fue manotear. Luego me dio una patada en la cara, me caí, él se me tiró encima, yo quedé boca arriba y el me comenzó a pegar, me golpeaba el pecho, me manoseaba, me pellizcaba los senos y me decía cosas horribles. Yo intentaba pegarle, lo empujaba con las rodillas, lo aruñaba, era la única manera de defenderme para que se me quitara de encima. Él me sujetó las dos manos con una sola mano y lo único que se me ocurrió fue morderlo y él me pegó un puño en la cara”.

La joven de 20 años de edad, tiene vivos en su memoria algunos rasgos característicos del indigente que la agredió.  “Tiene una cicatriz en el brazo derecho, era crespo, sin barba, alto, supongo que medía 1.80 y no era muy flaco, de color de piel blanca, tenía una camiseta blanca y tenis azules oscuros”.

Con dolor y entre lágrimas relató cómo la gente pasaba siendo testigo de la horrible escena sin hacer nada. “Pasó un colectivo lleno de gente y no se detuvo, pasó un muchacho en bicicleta y tampoco, pasaba gente en los carros, y nadie hacía nada. Falta mucha solidaridad”.

Mientras era brutalmente golpeada, un hombre que pasaba por el lugar en un carro, se bajó y con una pala lo amenazó y solo así logró librarse de su agresor. “Lo único que hizo fue correr, el muchacho que me ayudó me preguntaba si estaba bien, en ese momento me salía sangre de la frente por la patada que recibí, me salía sangre de la boca también y él me ayudó a levantar. Él me preguntaba si era mi pareja, le dije que no, que era un indigente, me subió en su carro y me llevó a mi casa y lo que hice cuando llegué fue llorar”.

Hoy, lo único que pide es que esto no le vuelva a ocurrir a ninguna otra mujer. “Con mi hermana salimos a hacer un recorrido para ver si lo encontrábamos y fue imposible, fuimos a un CAI y le comentamos a un policía y no supo cómo ayudarme entonces nos acercamos a otros policías que nos encontramos y dijeron que era tiempo perdido, porque estaba indocumentado y que, si lo encontraban, a pesar de la denuncia a los días lo soltaban. Yo solo pido que hagan algo, para que lo que pasó a mí no le suceda a otra mujer”.

“Salgo a la calle con miedo de volverlo a ver, o pensando que algo me puede pasar, ando asustada, desconfiando de todos los hombres que veo cuando estoy afuera”, finalizó.



Otros casos



La historia de Ana María, no es la única. En el mes de marzo, hace un año, ocurrieron varios ataques de habitantes de calle. Felisa Montoya fue agredida en la carrera Quinta mientras caminaba y la joven Viviana Andrea Trujillo también padeció los golpes de un desadaptado mientras transitaba por la carrera Séptima. Otro de los casos que más estremeció a la capital opita, fue el de Gabriela Gallego, la universitaria que recibió una golpiza mientras caminaba por una calle del barrio Cándido Leguízamo. Recibió patadas en su cara, en su estómago y recibió puños en su cabeza hasta sangrar. También un mes después un hombre fue agredido y posteriormente falleció a causa de los golpes que le propinó un habitante de calle.




Sin solución



Heidy Cardozo, directora de la Casa de Apoyo al Habitante de Calle expresó que en Neiva hay alrededor de 400 indigentes.

Cardozo, aseguró que hace falta un centro especializado para atender a esta población que posee trastornos mentales. “Ellos viven bajo el consumo de sustancias psicoactivas y es muy difícil que puedan controlar sus impulsos y emociones, además sufren de delirios de persecución, esquizofrenia y el municipio no cuenta con centro de reposo especializado para recibirlos, porque la unidad mental del hospital no da abasto para atenderlos”.

Comentó, además, que este no ha sido el único caso en el año. “Hace 15 recogimos a una mujer habitante de calle con esquizofrenia, que estaba gritando en el centro golpeando a otra mujer y se activó la ruta con la Policía y se llevó al hospital y se encuentra en la unidad mental, pero ellos salen recuperados unos meses, controlados y en estado de conciencia y vuelven a salir y consumen, recaen y vuelven a descontrolarse mentalmente. Es una problemática que se debe atender con urgencia, ellos requieren una atención más especializada, porque no se puede garantizar su estabilidad solo por un tiempo”.




La Nación
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