Decidí viajar hacia Oporapa Huila aprovechando el festivo. Para llegar hasta el pesebre del Huila toca parar primero en el terminal de Pitalito y de ahí coger un "mixto" que se dirija hacia este municipio.
Después de
un viaje casi de 4 horas desde Neiva llegué al terminal de Pitalito cansada con
dos maletas y mi hijo de 19 meses. nos dirigimos hacia el sitio donde paran los
mixtos que parten hacia Saladoblanco, San roque, Oporapa y otros lugares
aledaños. Cuando iba llegando note que había muchas personas esperando a que su
transporte llegara, así que me senté en una de las sillas para estar atenta a
coger puesto cuando llegara el carro (aquí se paga el tiquete cuando se está
sentado en uno de los puestos del mixto).
Mientras
esperábamos con samu (mi hijo) él decidió bajarse de la silla y empezar a
caminar por el pasillo. Samu estaba feliz alardeando cada paso que daba (hace 9
días empezó a caminar) cuando se enredó con un joven (el de la foto) que pasaba
rápidamente junto con otras personas a quienes les estaba mostrando en donde
estaba ubicado el colectivo que estaban buscando. En el momento del tropiezo
que tuvo con mi hijo, él se mostró muy amigable, le dio la mano para que no se
cayera, le cogió la cabecita y le sonrió, ahí fue donde me acerque cogí a mi Samu
y le agradecí por no haberlo dejado caer. Él joven continuó su camino.
Unos minutos después se acercó a Samu, le dio
un paquete de galletas y fue en ese momento donde noté que tenía problemas en
sus manos, sus dedos estaban pegados, su vista también estaba afectada al igual
su gesticulación al hablar, concluí que posiblemente era algo de nacimiento. De
inmediato mi atención se fijó en él. Realmente quedé admirada del carisma que
este muchacho tenía.
Sin pena les
preguntaba a las personas hacia dónde se dirigían, los guiaba, les ayudaba a
cargar las maletas hacia el carro, los conductores lo trataban muy
cariñosamente y notaba en su semblante felicidad.
Se veía a leguas que se sentía genial haciendo
eso sin importar las condiciones físicas que tenía, ya que no permitió que
fuera impedimento para opacar sus sueños y servir a los demás. Después de 10 minutos analizándolo me le
acerqué para saber algo más sobre él, me dijo que su nombre era Yeison Fabián
Muñoz, que tenía 27 años y que vive en Saladoblanco. Ahí vive con su abuelita.
Me acerque a
uno de los conductores para saber algo más y me dijo que él todos los días
hacía lo mismo, ya fuera en Pitalito, Acevedo o en otros municipios al sur del
Huila. La gente por su colaboración le dan monedas y los conductores también le
dan algo por el servicio que brinda.
Es bonito
ver cómo personas con discapacidad cómo él, no se dejan encerrar en el esquema
de que no pueden hacer algo para valerse por sí mismos. Él es cómo usted o cómo
yo, que a pesar de que le toca más difícil por su condición, no se deja vencer
y lucha por lo que quiere... Él quito los peros que se le podían presentar
ahora tú haz lo mismo.
- Liseth R. Ortega