El primer
día de restricción total de la movilidad, producto de la alerta roja emitida
por la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, y los anuncios del Gobierno
Nacional, dejó, en su mayoría, un balance positivo en la acogida de la medida.
Sin embargo,
en localidades como Kennedy se presentaron casos de desacato, con fiestas
clandestinas. Y regresaron los pañuelos rojos en las ventanas de casas y
apartamentos.
Desde las
00:00 horas del viernes hasta el próximo 12 de enero a las 4 a. m., la ciudad
estará en una cuarentena generalizada en la que, salvo contadas excepciones,
como el personal de la salud, de vigilancia y seguridad, así como quienes
resulten vitales para el transporte y la venta de productos de primera
necesidad, los bogotanos no podrán salir a las calles.
En la
madrugada de este viernes se observó cómo miles de personas concurrían en las
conexiones con los municipios, como las autopistas Norte y Sur, la calle 13, o
incluso en espacios como la zona de tolerancia en el barrio Santa Fe, donde la
Policía debió incrementar los controles.
“En total, 5.162 funcionarios, entre Ejército,
Alcaldía y Policía, están distribuidos, especialmente, en los 35 puntos de
control que se ocuparán de vigilar los espacios más concurridos (como San
Victorino o Chapinero) y las afueras de la ciudad”, explicó el coronel Guillen
Amaya, subcomandante de la Policía Metropolitana de Bogotá.
No obstante,
a medida que pasaban las horas, las calles de la capital se fueron tornando más
vacías. “Quiero felicitar a la ciudadanía bogotana porque a lo largo de estas
primeras horas hemos visto una reducción muy importante del flujo de personas,
tanto en vehículos (un 79 por ciento menos) como en peatones y transporte
masivo”, explicó Luis Ernesto Gómez, secretario de Gobierno.
Sin embargo,
en el sector de Cuadra Picha, en la localidad de Kennedy, hacia las 11 a. m.,
las autoridades encontraron dos fiestas clandestinas en las que estaban 90
personas (entre hombres y mujeres) consumiendo alcohol y sin medidas de bioseguridad.
Todos fueron trasladados al Centro Temporal de Protección. “Vamos sobrepasando
los 300 comparendos por desacato”, dijo una fuente de la Policía.
Cerca de la
tarde se empezaron a asomar los primeros trapos rojos en el barrio Arauquita,
de Usaquén. “Estamos sin trabajo (...). Aquí nos falta comida”, expresaron
vecinos del sector.
Las cerca de
1’700.000 personas que durante la jornada se movilizaron con permiso, según
cifras del Distrito, fueron retornando en horas de la noche a sus hogares, por
medio del transporte público (que operó con normalidad). Aun así, el resto de
los ciudadanos “deberán permanecer estos cuatro días en casa, tratando de bajar
la velocidad del contagio”, según dijo la mandataria bogotana.
Fuente: EL
TIEMPO