Las niñas fueron vestidas y peinadas de forma similar para
este encuentro.
La novela que sacudió hace dos años a dos familias de
Chimichagua, en Cesar, y Palmar de Varela, en Atlántico, cuando se dieron
cuenta que las niñas de cuatro años que tenían en sus casas habían sido
intercambiadas al nacer por accidente en un hospital de Barranquilla, tuvo un
capítulo agridulce esta mañana, pues finalmente, tras una orden judicial
expedida por una comisaría de familia, las niñas fueron ubicadas con sus
familias biológicas, muy a pesar de la dolorosa despedida.
El viaje empezó este fin de semana cuando Saray viajó desde
Chimichagua junto con la niña a la que por cinco largos años llamó hija, para
entregarla a José Gregorio Hernández, el hombre que descubrió el cambiazo
después de hacer pruebas de ADN ante la inquietud por notar que su supuesta
hija no se parecía a él.
Antes de entregársela, Saray se encontró con su hija
biológica y con la mujer que por años cuidó de esta. Vistió a ambas con el
mismo atuendo: blusa verde fluorescente y faldas de estampados rosas, como para
guardar un recuerdo de las niñas a las que el destino las puso a compartir
familias.
La despedida de todos se dio esta mañana, en medio del
cumplimiento de la orden judicial y con el acompañamiento de unos funcionarios
del ICBF que, según familiares, poco se involucraron en el proceso.
“Queremos que el bienestar familiar se apersone y cuide a las
dos niñas. Realmente ellas no han tenido acompañamiento de psicólogos y ambas
se quedaron llorando”, dijo un familiar.
Todos lloraron. Una de las niñas se fue en un bus desde Palmar de Varela hacia Chimichagua, mientras que la otra quedó en los brazos de José Luis, quien ya está en diligencias para ubicarla en un colegio.
La peor parte de la historia la lleva Noris Truyol, madre
biológica de la niña que se queda con José Luis, quien se quedó sin ninguna de
las dos niñas, pues por ahora deberá adelantar un acuerdo con Hernández para
establecer los días en los que cada uno podrá compartir con la menor.
La familia insiste en la importancia de que el ICBF vele
porque cada niña tenga acompañamiento psicológico, por las afectaciones
emocionales que genera el cambio de hogar.
Tomado de: Blu radio