El rol de primera dama en Colombia ha sido
tradicionalmente una figura protocolaria, encargada de actividades caritativas
y representativas, sin atribuciones formales en la toma de decisiones
gubernamentales. Su función se ha centrado en aspectos simbólicos y sociales,
respaldando a sus esposos presidentes. Sin embargo, a pesar de su naturaleza no
oficial, la primera dama, Verónica Alcocer, ha generado controversias desde el
inicio del gobierno de Gustavo Petro.
En Colombia, el cargo ha sido objeto de
críticas debido a la falta de claridad sobre sus responsabilidades y la
percepción de un uso inapropiado de recursos públicos. Alcocer ha enfrentado
señalamientos por gastos excesivos, ofrecimiento de puestos en el gobierno,
intervención en asuntos políticos y supuestos privilegios en la obtención de
nacionalidad colombiana para conocidos. Además, se le ha reprochado la ausencia
de un compromiso claro con temas de género y derechos.
Estas controversias han suscitado interrogantes
sobre la relevancia y el papel actual de la primera dama en Colombia,
evidenciando la necesidad de replantear y definir de manera más clara sus
funciones y limitaciones en el contexto político del país.