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El retorno del exjefe paramilitar Salvatore Mancuso a Colombia ha generado un gran revuelo en el país. Mancuso, quien fue extraditado a Estados Unidos en 2008 por cargos relacionados con narcotráfico, llegó a la cárcel La Picota en Bogotá en un helicóptero Black Hawk, rodeado de estrictas medidas de seguridad. Su regreso, marcado por un fuerte dispositivo policial, fue un acontecimiento significativo que capturó la atención de los medios y del público en general.
Una vez en La Picota, Mancuso fue alojado en el pabellón de extraditables, donde ocupará una celda de 3x4 metros. Este sector cuenta con máxima seguridad y está custodiado por 64 guardias del Inpec, quienes garantizan su resguardo las 24 horas del día. Además, se ha dispuesto una dieta especial para él, y tendrá la posibilidad de recibir alimentos desde el exterior, según lo informado por el director del Inpec.
El excomandante de las AUC emitió un comunicado explicando los motivos de su retorno. En él, expresó su compromiso con la paz y la reconciliación en Colombia. Se puso a disposición de los procesos de justicia y anunció su intención de colaborar como gestor de paz del Gobierno de Gustavo Petro. Mancuso resaltó la importancia de los mecanismos de justicia transicional, como Justicia y Paz y la Jurisdicción Especial para la Paz, para cerrar definitivamente el conflicto armado interno en el país.
Además de su compromiso con los procesos judiciales, Mancuso se ofreció como intermediario para facilitar conversaciones de paz entre el Gobierno y otras organizaciones armadas, como las Autodefensas Gaitanistas de Colombia y las Autodefensas Conquistadores de la Sierra. Instó al presidente Petro a continuar promoviendo condiciones para un diálogo constructivo, reafirmando su creencia en la posibilidad de alcanzar la paz total en Colombia.
Es importante destacar que Mancuso enfatizó que su regreso no está motivado por deseos de venganza. Por el contrario, afirmó que su objetivo es cumplir con las víctimas, las instituciones del Estado y la sociedad en general. Su retorno representa un paso significativo en el proceso de reconciliación y busca contribuir al cierre definitivo de un capítulo oscuro en la historia de Colombia.