El dueño de la casa donde vivía la pareja, Wilhelm Alexander
Roberteau, también colombiano, fue quien descubrió el cuerpo de la joven. Según
su relato, Anyi y Jhon llegaron a EE. UU. para trabajar en una bodega de
repuestos automotrices. Tras problemas de convivencia en su anterior
residencia, Roberteau les arrendó una habitación en su casa móvil. A pesar de
haberles advertido sobre evitar conflictos, el trágico final no pudo ser
prevenido.
Los hechos se desencadenaron el 13 de octubre, cuando Wilhelm
recibió una alerta de que Jhon había abandonado su trabajo, confesando haber
“hecho algo loco”. Preocupado, fue a la casa y descubrió el cuerpo de Anyi.
Jhon se había marchado tras el crimen, y días después, acabó con su propia vida
al ser hallado colgado de un árbol.
El cuerpo de Anyi fue repatriado a su tierra natal, donde
recibió una emotiva despedida. Su familia y amigos la recordarán como una joven
alegre y llena de sueños, truncados por un acto de violencia que ha dejado un
dolor profundo en quienes la conocieron.