48 años de condena a expolicía por Homicidio y hurto de 300 millones en Santa María




Fernando Guevara Vásquez, el expolicía y comandante de la estación de este municipio, fue condenado a 48 años y nueve meses de prisión, por los delitos de homicidio y hurto de 300 millones de pesos, por los hechos que se presentaron el 19 de junio de 2013.

En la audiencia de lectura de fallo emitida por el Juzgado Segundo Penal del Circuito con Funciones de Conocimiento de Neiva, la sentencia fue condenatoria en contra del Guevara Vásquez quien fue señalado como coautor intelectual de dichos delitos.

Posterior a la sentencia condenatoria la defensa y el condenado apelaron la decisión de la togada, apelación que será remitida al Tribunal Superior de Neiva.

El Hurto

Hacia las 12 del mediodía del 19 de junio de 2013, Miguel Ángel Rodríguez Herreño, funcionario de la empresa de valores Brinks S.A, abordó el helicóptero que lo traería de vuelta a Neiva, procedente del municipio de Colombia, ubicado en el norte del Huila, donde había estado desde el día anterior coordinando el transporte de dinero, a una entidad bancaria.

El funcionario, quien normalmente hacia esa tarea vía terrestre, nunca tuvo una identificación, menos fue dotado de un chaleco antibalas y arma, su labor solo era la de llegar primero a cada destino y en compañía del gerente del banco o destinatario del dinero coordinaba el lugar de aterrizaje del helicóptero que llevaba el dinero, la hora la definía con el comandante de policía del lugar, para dicho procedimiento debería de haber a disposición cinco agentes que acompañarían dicho traslado quienes definirían la ruta.

Cambio de planes

Ya a bordo del helicóptero, Rodríguez Herreño, de 28 años, recibió una llamada donde le avisan que no regresaban a Neiva sino que primero debían llegar al municipio de Santamaría, Huila, donde entregaría un dinero al Banco Agrario.

La orden lo tomó por sorpresa, carecía de los elementos de seguridad necesarios para dicha labor y mucho menos iba otro compañero de la Brinks. Así lo manifestó ese día a su compañera permanente minutos antes de arribar a Santamaría.

En la población algo se había fraguado con anterioridad, estaban esperando la fecha y el día preciso para dar una estocada certera para robar el dinero que tenía como destino la entidad bancaría.

El comandante encargado de la estación de Policía, para la fecha subintendente Fernando Guevara Vázquez, recibió una llamada de su jefe quien estaba de vacaciones manifestándole la llegada de la remesa para que dispusiera de los protocolos de seguridad pertinentes para este caso.

Guevara Vázquez, definió la forma cómo se haría el acompañamiento, dispuso de dos patrulleros a quienes no les permitió llevar armas de largo alcance pese a la insistencia de los uniformados, lo que llamó la atención fue que él conduciría la camioneta de la estación, solo sin más compañía.

Los dos uniformados arrancaron en la patrulla motorizada, recibieron la orden de ir a asegurar la zona, el helicóptero llegó y Miguel Ángel descendió, en la mano llevaba una tula color verde, donde después de las indagaciones se conocería que contenían la suma de 300 millones de pesos.


Miguel Ángel Rodríguez Herreño, víctima. 

La trampa

Eran la 1:55 de la tarde cuando una llamada por radio del comandante de guardia de la estación de Policía, daba aviso de la llegada de un hombre herido con machete al hospital y de la proximidad de una turba enfurecida que querían rematar a la supuesta víctima.

Rodríguez Herreño, subió a la camioneta nunca soltó la tula con el dinero, se sentó detrás del puesto del conductor, detrás del subintendente Guevara Vázquez, no había transcurrido medio kilómetro cuando éste le dio la orden a los patrulleros que lo iban escoltando que se movilizaran al hospital a confirmar lo sucedido, orden que fue reprochada pero cumplida.

Los uniformados fueron obligados a tomar un camino diferente para llegar al centro médico, mientras Guevara Vázquez, continuó solo con la remesa a escasos 500 metros a la altura del puente El Oso, que comunica a los barrios La Planta y San Sebastián, donde fueron interceptados por hombres armados.

El Crimen

Les dispararon, sorpresivamente todos los impactos de bala fueron dirigidos al puesto trasero del conductor, sin que una sola bala hiriera Guevara, la única persona armada quien no reaccionó al ataque al parecer preso del pánico y quien prefirió abrir la puerta y lanzarse a un lado de la carretera, según declaración juramentada ante funcionarios de Policía Judicial que atendieron el caso.

Los tres primeros disparos ingresaron por el parabrisas, todo en dirección al funcionario de la Brinks S.A. En total y de acuerdo al acta de urgencias el cuerpo registro cinco impactos de bala, cuatro de ellos no mortales, solo uno fue el que lo desangró.



“Fue un montaje”

Los delincuentes, llegaron hasta el puesto donde se encontraba Miguel Ángel y lo remataron, alzándose con el botín y un reloj, sorpresivamente en la segunda declaración hecha al comandante este se agachó escondiéndose en la parte del puesto del copiloto.

Para el abogado de las víctimas y los investigadores del caso este es una de las principales fallas del relato. “Fue presa fácil para que los delincuentes le dispararan y desarmaran pero Guevara Vázquez, salió sin un rasguño”.

Todo fue un montaje, la supuesta persona herida a machete en el hospital nunca ingresó, no hubo riña, como queda en constancia en un oficio entregado por la gerencia de la ESE Nuestra Señora del Carmen, de Santamaría, Huila, al defensor de la familia del muerto.

Los dos patrulleros Ernesto Ramírez Plazas y Ricaute Méndez Realpe, quienes deberían haber ido custodiando la camioneta de la Policía, llegaron al centro asistencial a verificar la supuesta novedad, la cual fue desmentida por el médico de turno y una auxiliar de enfermería.

“Ellos al ver que no hay nada, dijeron que les habían tendido una trampa, regresaron cuando la camioneta venía a toda velocidad, fue cuando el subintendente les dijo “mataron al muchacho, nos emboscaron”, narró Néstor Armando Montañez, médico de turno quien señaló que el paciente ingresó sin signos vitales.

Tomado de La Nación




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