Parte de la sociedad
colombiana está mentalmente enferma, es la conclusión a la que llegan
especialistas en el tema, luego de descubrir que en nuestro país ocurren los
casos más aberrantes de violencia sexual y abuso contra niños y mujeres.
Acaban de enterrar en
Armero Guayabal una bebé que murió luego de ser golpeada y abusada sexualmente,
descubrieron que tiene cicatrices de puñaladas, había perdido su tabique, como
si no fuera poco este aberrante caso, constantemente registramos violaciones, feminicidios
en diferentes puntos de la geografía nacional y lo más complicado del caso es
que la mayoría de los hechos son repetitivos, los victimarios son identificados
e incluso muchos de ellos trabajan con el estado.
Sin embargo a pesar de tener todo un contextos de
violencia, sangre y muerte, el sistema judicial colombiano sigue siendo condescendiente
con los victimarios, que tipo de
garantías tiene las víctimas cuando el mismo sistema protege más a quienes
cometen estos actos de barbarie que a los afectados.
Se conoce que un niño
abusado, queda marcado de por vida, lleva consigo una carga de temores e inseguridades
durante toda su existencia, le cuesta mucho encajar en grupo social, el daño que
causa un abusador no solo quiebra el cuerpo, le rompe el alma a las personas, más
aun si nos mujeres o niños.