Valentina Mosquera Fajardo. Tenía 18 años de edad. Causa de
su muerte: estrangulamiento.
“Ese cliente con el que se va a ver tiene cara de
depravado”. Fue la premonitoria advertencia que Valentina Mosquera Fajardo
recibió de su mejor amigo con el que compartía sus más íntimos secretos, incluido
el de que era una ‘pre-pago’. Antes de sus encuentros sexuales, la joven, de 18
años de edad, confiaba en él, a manera de precaución, detalles de sus
‘clientes’. Y eso fue lo que hizo el fatídico sábado 10 de febrero pasado. No
sólo le mostró la foto de quien sería su verdugo sino las de otros dos
‘clientes’ a los que complacería la hirviente tarde de aquel día.
Tras la aparición de su cuerpo ‘embolsado’ y la posterior
identificación gracias a los excéntricos tatuajes que se hizo cuando tenía 16
años, la declaración del amigo de Valentina acabó siendo la clave para
esclarecer su muerte que ha conmocionado a la capital del Huila.
Además de entregar detalles de la vertiginosa vida de
Valentina, el joven hizo ante las autoridades un retrato hablado de los
‘clientes’ con los que se iba a ver su amiga.
¿Qué hizo Valentina Mosquera Fajardo el día de su muerte?
Los sabuesos de la Sijin de la Policía y del CTI de la Fiscalía localizaron el
sitio en donde la joven convenía la prestación de sus servicios sexuales: una
residencia, ubicada en plena carrera 5 con calle 14 de Neiva, en medio de bares
a los que en las noches de los fines de semana no les cabe un alma más. El
lugar, que ofrece por redes sociales “un momento de intimidad”, cuenta con dos
entradas, una por la carrera 5 y otra, generosamente más discreta, por la calle
15.
Sin embargo, ese sábado Valentina accedió a atender en un
lugar diferente a uno de sus ‘clientes’, quien le había prometido algo más que
dinero: un computador portátil. Fue así como llegó hasta una vivienda del
barrio Gualanday, en donde cumplió la cita fatal. Allí, en medio de supuestos
juegos sexuales, incluyendo el sado-masoquismo, fue estrangulada.
Lo que pasó después es bien conocido: Valentina fue
encontrada el 11 de febrero en un paraje cercano al Sena Industrial. Una
familia compuesta por padre, madre e hija, que regresaba a casa luego del paseo
dominical avistó un bulto extraño. Inicialmente, el cuerpo, hallado desnudo y
envuelto en cinco bolsas plásticas color negro, fue rotulado como NN, pero a
las 24 horas fue plenamente identificado. Para ese momento, la noticia del
cadáver ‘embolsado’ ya era la comidilla en redes sociales y objeto de gran
despliegue en los medios de comunicación.
LA INVESTIGACIÓN
Como un ‘rompecabezas’ que se va armando cuidadosamente, los
investigadores iban añadiendo piezas a sus pesquisas. A ellas se sumó la
ubicación del moto-taxista que la joven ‘pre-pago’ empleaba para sus
desplazamientos. El hombre entregó testimonios valiosos.
La otra pista clave fue la recuperación del teléfono celular
de la víctima. En el aparato, Valentina tenía un listado de nombres de
caballeros a los que, aparentemente, les prestaba servicios sexuales. El dato
es sorprendente: estudiantes, servidores públicos, médicos e ingenieros hacían
parte de esa “lista del placer”.
Lo que viene es tenebroso. Tras su muerte, varios ‘clientes’
de Valentina empezaron a recibir mensajes, vía whatsapp, a través de los cuales
les pedían dinero.
Uno de los contactados –según está documentado en las
investigaciones– fue un funcionario de la secretaría de Hacienda de la Alcaldía
de Neiva, quien creyendo que era Valentina, accedió a la solicitud económica.
El servidor público les entregó a las autoridades copia del chat en el que
supuestamente Valentina le decía que había sufrido un accidente de tránsito y
que necesitaba que le prestara dinero y que se lo consignara a nombre de otra
mujer. La solicitud era de $100.000. Sin embargo, el hombre terminó
consignándole $50.000, dinero que fue cobrado en un local de Su Chance en el
municipio de Rivera por un hombre y una mujer.
La investigación marchaba por buen camino. Los
investigadores habían logrado acumular un ‘mar’ de pistas que permitían fijar
su mirada en Álvaro Andrés Albarracín Vega, de 23 años de edad, y su compañera
sentimental, Andry Yised Polanía Gómez, de 22 años, un par de jóvenes
universitarios residentes en la urbanización Villa Regina.
Entre otras pruebas, eran ellos los que aparecían en un
video cobrando el dinero en Rivera. Además, el retrato hablado hecho por el
amigo de Valentina sobre el “cliente con cara de depravado” encajaba
perfectamente con la descripción física de él.
LAS CAPTURAS
Álvaro Andrés Albarracín Vega y Andry Yised Polanía Gómez
permanecen en la cárcel de Rivera señalados del crimen de Valentina.
En la mañana del 23 de febrero, los investigadores
consiguieron las órdenes de captura y las hicieron efectivas poco antes de la
una de la tarde, a la altura de la calle 9 con carrera 15, frente a la Facultad
de Medicina de la Universidad Surcolombiana de Neiva.
También se adelantaron diligencias allanamiento y registro
en las viviendas frecuentadas por los universitarios. La casa del barrio
Gualanday resultó ser del padre de Álvaro Andrés. Allí, las autoridades
encontraron el computador portátil que le había prometido a Valentina. Minutos
antes de morir, la joven le alcanzó a enviar a su mejor amigo un video del
aparato que iba a recibir a cambio del “servicio”.
En esta vivienda, fueron localizados también los lazos con
los que habría sido atada Valentina durante la cita sexual. El material pasó a
ser inmediatamente evidencia clave en la investigación.
LA CONFESIÓN
Tras su captura, Álvaro Andrés se rehusó a hablar con los
investigadores. La que sí rompió el silencio fue su compañera, quien en medio
del llanto y frente a un defensor público, narró algunos detalles de los
hechos. Andry Yised negó haber participado de la cita sexual, pero aseguró que
cuando acudió a la casa de su suegro, el cadáver de la mujer ya estaba
‘embolsado’.
También admitió haber ayudado a deshacerse de la bolsa con
su carga macabra. Confesó que lo hicieron en motocicleta y que la difunta viajó
en medio de ambos.
Durante las audiencias ante un juez, Andry Yised aceptó
cargos por el delito de favorecimiento al feminicidio, una conducta que
contempla una pena de entre 4 y 12 años de cárcel. En cambio, Álvaro Andrés –de
ser condenado—podría recibir mínimo 20 años o hasta un máximo de 40 años de
prisión.
Mientras ambos permanecen confinados en la cárcel de Rivera
–ella en el pabellón de mujeres y él en el patio tres– surgen algunos
interrogantes claves: ¿Álvaro Andrés premeditó el crimen de Valentina o el
deceso fue fortuito durante el clímax sexual? ¿Qué pasaba por la cabeza de
Andry Yised para no sólo colaborar en el abandono del cadáver sino para pedir
dinero a nombre de la muerta? ¿Qué tantas jóvenes en Neiva son ‘pre-pagos’ y se
exponen a estos peligros a diario?
Investigación en tiempo récord
La investigación para esclarecer el crimen de la joven
Valentina Mosquera Fajardo se ejecutó en un tiempo récord de 14 días.
Un grupo de investigadores de la Sijin de la Policía
Metropolitana de Neiva y del CTI de la Fiscalía llevó a cabo las pesquisas.
El propio fiscal general de la Nación, Néstor Humberto
Martínez Neira, reconoció la paciente pero precisa labor de los investigadores
asignados al caso.
Tomado de La Nación