La versión 19 del Festival Laboyano de la Cultura demostró
una vez más el carácter y espíritu artístico y cultural que tiene la ciudad.
Una semana llena de eventos en los que la calidad de las presentaciones fue la
característica principal. Invitados nacionales, regionales y locales hicieron
parte del Festival 2018.
Gerardo Meneses Claros.
El 2000 será recordado en la historia cultural laboyana como
el año en que, al tiempo que comenzaba
un nuevo siglo, en Pitalito iniciaba un proceso cultural que con el tiempo se
convertiría en uno de las proyectos de ciudad más interesantes, el Festival
Laboyano de la Cultura. Este 2018, año del bicentenario, Pitalito vivió una
versión más con una programación bien pensada, atendiendo a todos los sectores
culturales, con eventos e invitados de lujo. La Dirección de Cultura, a cargo
de Maritzabel Guzmán y la Dirección del Centro Cultural en cabeza de Jorge
Eliécer Cruz, cada uno con sus respectivos equipos de trabajo, lograron un
Festival a la altura de la ciudad que tenemos.
Música de aquí y de
allá.
El Encuentro de Músicas Tradicionales abrió el Festival. De
de nuevo la Cámara de Comercio acogió a los cientos de laboyanos que se
congregaron en un evento que año a año se preocupa por traer lo mejor de esta
disciplina a Pitalito a través de la Fundación
Tierraviva. Las agrupaciones invitadas ofrecieron una noche de apertura que
le recordó a los laboyanos las serenatas de antaño.
Desde Vichada llegó Wilton
Gámez, su grupo de música y sus bailarines llaneros que ofrecieron un
espectáculo que puso a cantar a más de
uno, así no supiera. La presencia de la pareja de bailarines adornó el evento y
causó tanta admiración como el mismo grupo musical. Los grupos Matices y
Guaitipán se lucieron alternando con los invitados nacionales.
Por su parte, el Encuentro de música andina se vivió de
nuevo; tiene su público y se mantiene año tras año, aunque sus directivos
deberían replantearse varias cosas de la organización general. Es uno de los
eventos que más congrega a los laboyanos en torno a la música.
Pintura, teatro y danza
La exposición del maestro Mario Ayerbe, De la sombra a la luz, fue la oportunidad para que los laboyanos
pudieran apreciar la obra de Mario nacida de la dolorosa experiencia del
secuestro de Consuelo González. La muestra estará abierta todo el mes de
octubre. Y vale la pena verla; la exposición conmueve. Es necesario hablar de
eso, y qué mejor que el arte para acercarnos a una realidad tan dura como la
plasmada allí.
El teatro tuvo su presencia local, regional y nacional, lastimosamente
en la noche la lluvia no permitió disfrutar a plenitud la extraordinaria
propuesta de Ensamblaje Teatro de Bogotá. A
la derecha, el grupo de La Normal, tuvo funciones en las que el auditorio
quedó pequeñito. La cuentera Stella Arciniegas, Gumercinda, ofreció un espectáculo tan bien montado, donde a pesar
de la picaresca y el doble sentido, jamás cruzó la línea que la llevara a la
vulgaridad. Para tenerla en cuenta para próximos eventos.
Por el lado de las danzas hubo un evento que merece mejor
organización. El esfuerzo de los grupos, de sus directores y bailarines debe
valorarse más y crear un evento de altura que tenga la logística, la
presentación y la organización que se merece. Dan-sazón fue una muy buena idea, pero lastimosamente mal
desarrollada. Para destacar, la presencia del maestro Julián Mahecha con el
taller y la selección de parejos oficiales de Sanjuanero que tanta falta le hace
al Sanpedro. En eso hay que ser selectivos, ganarse el puesto despacio, con
experiencia y buen trabajo.
Alfombra Roja de la
Solidaridad y documental
La tradicional Exposición Fotográfica que se hace para la
Alfombra Roja de la Solidaridad, este año, como en las versiones anteriores, ha
recibido todos los elogios posibles. Quizá la escogencia del tema Casas Tradicionales de Pitalito, a
propósito del bicentenario, haya sido
el primer acierto. La lente del fotógrafo Gerardo Valencia, la investigación de
la comunicadora Carolina Meneses y los textos de quien escribe estas líneas,
conformaron una unidad que ha producido todo tipo de emociones.
Como en años anteriores cuando se exhibió el trabajo del
fotógrafo Adriano Sánchez, este año la exposición fotográfica y la alfombra
roja tenían como objetivo apoyar una obra social. La Fundación Funproanimal,
que trabaja en pro de animales abandonados, fue la elegida; y la urna sigue
recibiendo donaciones pues la exposición estará una semana más en el Centro
Cultural.
Y para cerrar, la exhibición del documental sobre la historia
de Pitalito, dirigido por Daniela Cabrera, dan ganas de seguir viviendo y
amando esta ciudad. Cine bajo las estrellas llegó a los laboyanos para
contarles con sutileza y estética cómo han sido estos 200 años de vida. Buena
fotografía, buen sonido, buena dirección; para corregir algunas entrevistas por
demasiado extensas y repetitivas.
Un año más del Festival Laboyano de la Cultura que va rumbo a
cumplir sus veinte años. Y como reza el dicho del Carnaval de Barranquilla “El que lo vive es el que lo goza”.