Es ya usual ver en redes sociales y en las actividades laboyanas,
fiestas, reuniones, celebraciones y encuentros políticos, que denotan una gran inversión de recursos
en logística, transporte, personal, adecuaciones, publicidad, en una campaña política con miras a ser el
primer mandatario de la ciudad, donde se devengará un sueldo de 6 millones de
pesos, aproximadamente.
Matemáticamente, la inversión en las campañas superan con creces el
dinero que sería devengado durante los cuatro años de mandato, así que todas
estas inversiones podrían tener otros fines; los inversionistas en política
buscan mantener una burocracia durante los cuatro años, otros buscan
contratación y beneficios en los distintos proyectos urbanísticos, vías, obras
e inversión social, y los más dañinos, que han sido denunciados por los entes
de control en Pitalito y Neiva, presuntos
dineros de origen ilícito en las campañas políticas, posiblemente de
narcotráfico y de los carteles de la contratación, quienes buscan lavar su
dinero, mantener sus privilegios en la contratación e impunidad sobre la delincuencia.
Este panorama es desolador para el segundo municipio más importante del
departamento del Huila, toda vez que la
sociedad se vuelve complaciente con la corrupción, permitiendo entre los
candidatos, aquel que “Roba, pero hace”
o peor aún “el que roba pero poquito”,
se ha naturalizado la conducta corruptible y se ha tolerado al delincuente, al
que hace con el erario del pueblo un
dinero de caja menor para su beneficio y para el de sus más cercanos.
Es importante generar una verdadera
educación política, tanto para los aspirantes a este arte del servicio y de
la administración, como a los votantes, quienes deben conocer sus derechos,
pero también el alcance y consecuencia de sus decisiones, “La ignorancia, es el
principal enemigo de la democracia” ya lo han dicho críticos de la política
actual, así que Pitalito debe integrar la vanguardia del verdadero cambio en la
administración pública.
Estamos
comprometidos con Pitalito, pero además con una campaña austera, que nos permita la libertad y la
generosidad en la administración, la posibilidad de no llegar comprometidos con
ningún gremio, y mucho menos con los “empresarios
de dudosa procedencia” que invierten millonarias sumas de dinero en las
campañas.
Este es un trabajo que requiere el compromiso de todos los laboyanos,
quienes quieren ver un cambio estructural y cultural para esta, la segunda
ciudad más importante del Huila y capital de la surcolombianidad.