Cambiaron
su morral de campaña por bolso de estudio y en improvisados salones recibieron
sus clases.
En
chozas o ramales, en espacios que campesinos facilitaban, fueron las clases
para estos particulares alumnos. Para ellos esas condiciones no representaban
ninguna incomodidad, acostumbrados en 10, 15 y hasta 17 años a recorridos en
las montañas y la selva.
Parar
sus correrías haciéndole quites a la muerte y pasar a la quietud de ocho horas
diarias de clase los viernes, sábados y domingos era impensable hace apenas
unos meses.
El
sábado, en un emotivo acto, 37 excombatientes de las Farc se graduaron, 21 de
ellos validando su bachillerato y 16 se diplomaron en ‘Gestión en diálogo
social intercultural, planeación territorial y construcción de paz’, luego de
160 horas de clases con docentes de la Universidad Javeriana de Cali.
Ellas
dejaron su camuflado y botas pantaneras para lucir vestidos que resaltaban su
figura y tacón y ellos llegaron más informales. La alegría era igual.
Xiomara
Martínez, con 17 años en la guerrilla, contó que “mi familia fue desplazada del
Magdalena Medio por los ‘paras’, llegamos al Guaviare y también salimos por el
hostigamiento del ejército. A los 12 años digamos no que ingresé a la guerrilla
sino que busque refugio en ella y acá estoy”.
Mientras
no había guerra nos dedicábamos a estudiar
Y
cuenta que ese cambio de continuo caminar a la quietud del aula tuvo su inicio
estresante, pero los profesores hicieron dinámicas las clases, en lo que
coinciden todos los graduados.
“El
poco tiempo que dejaba la guerra lo dedicábamos a estudiar. Se ve mucho de
historia, filosofía, economía política, geografía de a pie recorriendo el país.
Acá un poco duro química, pero de esta también sabíamos un poquito”, dice entre
risas.
Tenía
tercero de primaria y ahora validó su bachillerato. El reto es seguir
estudiando y presentar los exámenes del Icfes el próximo año. “Los profesores
nos dejaron las carpetas de estudio con todos los programas, ya conformamos
grupos de estudio y vamos a ver si la Javeriana nos sigue ayudando”, agrega.
Las
clases fueron en la zona campamentaria de La Elvira, del municipio de Buenos
Aires, en el norte del Cauca, hasta donde los docentes de la Javeriana se
desplazaban cada fin de semana. El grado fue en el auditorio de la universidad
en Cali, en un acto en el que estuvo el alcalde de Cali, Maurice Armitage, el
rector de la Javeriana, padre Luis Felipe Gómez, el sacerdote Francisco de Roux
y docentes y Pablo Catatumbo, por la dirigencia de las Farc, Y entre otros
empresarios estuvo Henry Acosta Patiño, facilitador del acercamiento entre
guerrilla y gobierno, quien fue aplaudido largamente.
“Es
un escenario impensable hace unos años, ustedes están mostrando ese proceso de
cambio, la pregunta que me hago es qué tanto esta dispuesta la sociedad a
cambiar, a aportar a la paz. Un momento de estos no se puede dejar pasar,
estamos en uno de los países más inequitativos” dijo el alcalde.
La
holandesa Tanja Anne-Marie Nijmeijer, recibe su diplomado de manos del
sacerdote Francisco de Roux. Santiago Saldarriaga/EL TIEMPO.
Su
compañera es la holandesa Tanja Anne-Marie Nijmeijer, otra de las diplomadas.
“Estoy feliz ver a mis compañeros y compañeros graduándose, la educación es la
puerta abierta para el futuro. Estar escuchando un profesor es un cambio
grandísimo, lo hemos asumido con mucha responsabilidad y conciencia como todo
en la familia fariana”, dijo ella.
Tenía
24 años cuando ingresó a las Farc hace 15 años y dice que no llegó al país a
hacer la guerra sino a luchar por cambios sociales que están pendientes.
“Estamos
en la puerta de algo grande. Vine a participar de la construcción de un mejor
país y ese país no está existiendo, ahí está el compromiso”, expuso.
Otra
de ellas, Amanda Ríos, quien dejó sus estudios de Historia en la Universidad
del Valle por ingresar a la guerrilla, dice que una meta es terminar su carrera
y seguir su preparación para esta nueva fase.
Y
una normalista en Caldas, destacó que “la mayoría de combatientes de las Farc
no tuvo oportunidad de estudiar, en las filas lo hacíamos de manera
interrumpida, empírica, eso sí con muchas ganas como lo que hacemos. La
Javeriana nos muestra que sí son posibles los caminos de entendimiento,
terminamos la guerra y esto es parte de la construcción de paz”.
Y
Pablo Catatumbo, vocero de las Farc, dijo que “no fue fácil pasar de las
trincheras a la aulas, estamos cerrando una página para abrir otra de esperanza
en ese sueño por un país solidario, democrático, con justicia social. La
Universidad Javeriana y su equipo nos están mostrando que ese país es posible”.
Y
ahora que los excombatientes de las Farc no llevan morral de campaña ni
camuflado, debajo del puesto de cada graduando había un regalo, una chaqueta de
la Javeriana, parte del nuevo proceso en sus vidas.
Tomado
de El Tiempo