La fosa común más grande de Colombia, estaría en Puerto Asís - Putumayo



Mas de 3 mil personas habrían sido asesinadas por los paramilitares en el Putumayo, según la Fiscalía General de la Nación.

En la finca Villa Sandra a la entrada del municipio de Puerto Asís, Putumayo, los paramilitares al parecer enterraron a más de 800 personas que fueron asesinadas por el frente Sur del Putumayo.

Los restos de las víctimas se encontrarían en la finca llamada Villa Sandra, donde precisamente las AUC instalaron una de las bases de operaciones en su llegada al sur de Colombia en enero de 1998.

Así lo dijo  en versión John Jairo Renteria Zuñiga alias Betún, ante fiscales de la unidad de Justicia y paz en Medellín, los días jueves 15 y viernes 16 de octubre de 2009.

John Jairo Rentería Zuñiga, conocido con el alias “Betún”, quien integró el frente Sur del Putumayo creado en 1998 con integrantes del Bloque Bananero de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (Accu) por orden del jefe paramilitar de la época Carlos Castaño Gil y comandado por Antonio Londoño Jaramillo alias ‘Rafa Putumayo’.

Alias “Betún”, hizo parte de las AUC desde 1.997 al 2004, hasta que se desmovilizó en la vereda Esperanza de Puerto Asís, junto con 504 hombres más el 1 de marzo del 2006.

“En esa finca había un grupo permanente de nosotros y allí los urbanos llevaban la gente que iban a matar, se la entregaban a ellos, las ejecutaban y las enterraban por allá. Hay muchísima gente en fosas, yo creo que unas 800 personas”, dijo alias ‘Betún’.

Según relató el ex paramilitar, ese predio fue donado por su dueño a las Accu, para que instalaran allí su base de operaciones. Indagando por qué tomaron la decisión de enterrar allí a sus víctimas, ‘Betún’ explicó que fue por sugerencia de la policía de Puerto Asís: “nos pidieron el favor que no matemos más gente en el pueblo porque ellos tenían problemas, entonces dieron la orden de que todo aquel que quisieran matar lo llevaran a la finca y lo enterraran allí”.

Decenas de las víctimas que fueron asesinadas a manos de los paramilitares fueron señaladas de ser presuntamente milicianos de la guerrilla de las Farc o informantes por los comerciantes de Puerto Asís: “ellos sabían dónde vivíamos nosotros y tenían nuestros números de teléfonos. Nos llamaban cada rato para informarnos que había milicianos en el pueblo, entonces nosotros los capturamos y lo llevábamos a Villa Sandra. La mayoría de gente que se murió en Puerto Asís fue por la misma gente del comercio”.

Una de las acciones más macabras de este frente paramilitar era el cumplimiento, sin discusión, de la orden de descuartizar a sus víctimas. “Había que desmembrar  a la gente. Primero se le mochaban las manos, luego los pies y por último la cabeza. Muchas veces se hizo eso con gente viva. No se podía enterrar a nadie entero”, relató este ex patrullero de las Accu.

En su versión ante la Unidad de Justicia y Paz, Rentería Zúñiga reconoció que no sólo en la finca Villa enterraron víctimas, también lo hicieron en el cerro San Isidro, ubicado cerca de la inspección de El Placer, municipio del Valle del Guamuez, y en el sitio conocido como El Cilindro, cerca de la cabecera municipal del municipio de San Miguel, la Dorada.

De acuerdo con cálculos de la Fiscalía General de la Nación, se estima que en el Putumayo hay enterradas en fosas comunes por lo menos 3.000 personas, asesinadas por los paramilitares desde enero de 1998, fecha en la que llegaron estructuras de las Accu al departamento por orden de Carlos Castaño Gil, decisión que se tomó durante la tercera cumbre de las Accu, en 1996.

 

 

Los nexos con la fuerza pública

 

La expansión del frente Sur del Putumayo, de acuerdo con la versión de Rentería Zúñiga, contó con la ayuda de la fuerza pública acantonada en el departamento. Según el desmovilizado, policía, ejército y armada se involucraron durante varios años con los paramilitares con el argumento de que “tenían la misma causa”.

Para demostrar su afirmación, narró que días después de que él y un grupo de por lo menos 75 hombres incursionaron en la Inspección de El Placer, cerca de La Hormiga en el sur del departamento, y en algunas veredas como La Dorada, Las Brisas, El Empalme y El Vergel, en la que asesinaron a 29 personas, el grupo que perpetró la masacre regresó al caserío de El Placer y se ubicaron en una casa en las afueras del pueblo. “Eso lo empezamos el 7 de noviembre de 1999. Cuando entramos a matar la gente, allá no había ni policía, pero cuando regresamos, como a los diez días, había tropa del Ejército”, agregó ‘Betún’.

“Nosotros entonces decidimos coordinar con ellos, Inicialmente, nos dijeron que nos quedáramos alrededor del pueblo, luego nos dijeron que nos podíamos quedar en el pueblo y llegábamos uniformados. Además, ellos subían a la base de nosotros y andaban en los carros de nosotros y nosotros en los de ellos, y así”, explicó el versionado, quien sostuvo durante la diligencia que no recordaba nombres de oficiales o de suboficiales, así como tampoco de batallones o unidades militares.

Durante sus movilizaciones, aseguró, los retenes del Ejército eran levantados para que transitan sin problemas y “cuando necesitábamos algún apoyo ellos estaban ahí y si ellos necesitaban apoyo nos lo pedían. Se hacían reuniones con los comandantes de ellos y los comandantes de nosotros, y teníamos coordinadas las frecuencia de radio”.

Uno de los hechos relatados por este desmovilizado involucró a dos helicópteros, al parecer del Ejército, que varias veces los abasteció de armas, municiones y uniformes a cambio de cocaína: “Eso ocurrió en La Hormiga. Llegaron dos helicópteros y yo fui a prestarles seguridad. Bajaron fusiles, munición y uniformes camuflados y se los entregaron al comandante Bacalao, quién era el jefe financiero del frente y el encargado de comprar todo eso. Luego llegaron dos camionetas y entregaron la droga”.

Además, agregó, que en esas aeronaves, sobre las cuales se ratificó que eran del Ejército, transportaban paramilitares heridos y enfermos, así como aquellos que tenían algún tipo de permiso.

Pero las acciones conjuntas, siguiendo el relato de ‘Betún’, involucra a la Armada, que patrullaba los afluentes cercanos a Puerto Asís, y a la Policía Antinarcóticos, que adelantaba operaciones en la zona. Eran constantes los retenes conjuntos de paramilitares y fuerza pública no sólo en las carreteras, sino en los ríos.

“Una vez nos atacó la Armada. Teníamos uniformes nuevos y estábamos en el río Guamuez y pasó una lancha de ellos y nos cogió a tiros. Nosotros nos protegimos de las balas, pero nos alcanzaron a retener y a quitarnos los fusiles porque pensaron que éramos de la guerrilla, pero luego que se aclaró el asunto y nos devolvieron las armas”, indicó el versionado.

Centenares de familias buscan a sus seres queridos en el Putumayo/ Foto tomada en el Placer Putumayo, tras una masacre perpetrada por paramilitares/Colprensa

 

La Búsqueda e identificación de cuerpos

 

Ante la versión entregada por alias “Betún”, quien fue asesinado a finales del 2010, y la declaración de otros ex paramilitares que operaron en el Putumayo, la recién creada Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas  UBPD, ya inicio con el proceso de la búsqueda y ubicación de dichas fosas comunes en Puerto Asís, Putumayo, donde serían varias las fincas donde los paramilitares habrían enterrado a sus víctimas. Igualmente en los cementerios locales de Puerto Asís, Puerto Caicedo y de algunas veredas.

 

“Son varias las informaciones que tenemos sobre fosas comunes que los ex paramilitares, testigos y familiares de desaparecidos nos están suministrando para poder realizar esas búsquedas y la posible identificación de las víctimas”, señaló un vocero de la UBPD, quien pidió reserva de su identidad.

Igualmente la Agencia Colombiana de Prensa  COLPRENSA, pudo establecer que la finca Villa Sandra, se encuentra en un proceso de reclamación de tierras en la sede de la URT en Putumayo.

Otra fuente informó que la finca en mención nunca fue donada por el dueño a los paramilitares sino, que estos se la quitaron bajo amenaza de muerte.

Será tarea de la justicia investigar la veracidad de la confesión de este desmovilizado.

 

 

Fuente: Mi Putumayo 

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