De día, Marino Hernández porta con orgullo su uniforme de agente de tránsito. Él patrulla las calles de Cali velando por el cumplimiento de las normas. Pero, de noche, sale a repartir platos de comida caliente a los habitantes de calle, una población que está más vulnerable que nunca en la pandemia del COVID-19.
Marino,
acompañado de sus amigos y familiares, realiza esta loable labor, que es aplaudida
por todos.
“Ellos son
como nuestros ángeles, la comida está rica, caliente. Esta es comidita recién
hecha y con amor”, dicen los beneficiados mientras disfrutan, quizás, de su
primer bocado de comida en la jornada.
Su trabajo
como guarda de tránsito llevó a Marino a conocer bien las calles de Cali y a
evidenciar, de primera mano, las necesidades de esta población: “Vemos las
necesidades que hay en los semáforos, debajo de los puentes”.
Este
ciudadano ejemplar recibe el apoyo del Ejército Nacional y del Banco de
Alimentos para entregar 200 cenas cada noche.