En el año 2011, Xiao Wang, aficionado a la marca IPhone, decidió contactarse con unos intermediarios que traficaban con órganos humanos, para vender a escondidas de su familia su riñón a cambio de 2.600 euros en el que pretendía comprar sus equipos de alta gama.
Nueve años
después, el personal médico del joven dictaminó que debido a una infección en
el cuerpo se generó una insuficiencia renal, por lo que debe permanecer en una
cama y conectado a una máquina de diálisis con asistencia médica las 24 horas
de por vida.
Tras las
denuncias de sus familiares, nueve personas involucradas en esta tragedia
fueron identificadas y arrestadas por el delito de lesiones voluntarias.