A Humberto Botero que ni le digan que
no estaba muerto y andaba de parranda, pues la cosa no es charlando. Hace 58
años huyó de su casa, creyéndose un fugitivo de la ley por un falso homicidio.
Lo que no sabía es que la presunta
víctima, es decir, su primo hermano Hugo, lo buscó para que se reencontrara con
su familia. Sin embargo, no había rastro de él.
“Yo era muy buen amigo, amigo íntimo
de Hugo. Aconteció un accidente, él estaba sacando gasolina de un tonel grande
y se mojó la ropa con gasolina, y me dio una caja de fósforos, ahí yo toqué
fuego y él se quemó, como una antorcha”, recuerda Humberto.
Marleny Botero, hermana de Humberto,
dice que “él se fue pensando que se iba a morir porque lo encontraron muy
grave”.
“Luego, mi mamá fue a la cárcel y lo
buscó. Allá le mostraron una fila de presos y mi madre se vino desconsolada
porque entre los presos no estaba él”, señala.
Para Angélica Arroyave, la ausencia
de su hijo no fue tema fácil, muchos le decían que estaba muerto, pero ella no
perdía la fe.
“Es una emoción inexplicable, me dio
hasta desmayo de la alegría. Alegría, por un lado, tristeza por otro, porque se
me acaba de morir una hija”, comenta Angélica a sus 95 años.
Humberto apareció con cara de culpa
y, a los pocos minutos, no disimulaba la felicidad. Lo que no se atrevió a
hacer en el año 1963, sí lo hizo uno de sus hijos en el 2021. Desde Brasil, él
buscó la familia de su padre con un mensaje en redes sociales.
“No tengo palabras para hablar de mi
felicidad, tanto así que yo hace cinco días estaba en ayuno y no pensaba comer
más, no tenía familia ni amigos. Por cosas de Dios, mi hijo empezó a buscar en
la internet y encontró toda mi familia, incluyendo a mi madre, que no pensé que
estuviera viva”, afirma Humberto.
El hombre no esperó un día más y,
después de 58 años, dio la cara. Lo hizo con una videollamada y resolvió el
misterio.
“Me dijo que si yo era Hugo, que
estaba impresionado porque él me hacía muerto. Creyó que yo me había muerto y
qué cosa tan hermosa habernos podido encontrar”, afirma Hugo Botero Puerta,
primo de Humberto.
El supuesto muerto seguía vivo y el
presunto asesino no había matado a nadie. La emoción de sus seres queridos no
le daba lugar al rencor.
“Me pidió perdón y yo le dije que
perdonado estaba hace muchos años, porque las secuelas que me quedaron a mí no
me quedaron en el cuerpo, sino en el corazón”, anota Hugo.
El tiempo les pudo haber puesto las
arrugas que quiso, pero, para ellos, esto es un renacer y de los buenos. La
familia Botero Arroyave ya está completa y acá al único que quieren como
fugitivo es al coronavirus.