Trabajar con la muerte no era problema para Rodwin Allicok,
un hombre de 42 años que se dedicaba a cavar tumbas en el cementerio de Long
Island, Estados Unidos.
Sin embargo, en medio de su labor, falleció en un absurdo
accidente difícil de comprender.
El hombre se encontraba en horas de la mañana alistando la
que sería la última morada de algún parroquiano y, sin saberlo, resultó
preparando también la suya.
Eran las 8:10 a.m., aproximadamente, cuando Rodwin cavaba. Ya
estaba a unos dos metros de profundidad cuando de repente la tierra empezó a
desmoronarse hasta que lo sepultó vivo.
Compañeros, socorristas, bomberos y hasta policías trataron
por todos los medios de ayudar, pero la muerte fue más certera y no le dio
tiempo de salir.