El fatal suceso ocurrió en la noche del 29 de enero en
Louisiana, Estados Unidos, cuando el menor, Jarion Walker estaba sentado en la
parte de atrás de un vehículo (estacionado) junto con otros dos niños de 22
meses y un año de edad y, en la parte delantera estaba su mamá con un hombre.
De acuerdo con las investigaciones, se presume que Walker
encontró el arma de su padre debajo del asiento, posteriormente, la tomó y se
“dio un tiro fatal” mientras su madre y el otro adulto que no ha sido
identificado, fumaban marihuana.
Luego del disparo, el menor fue trasladado de urgencia al
hospital, donde fue declarado muerto a causa de sus heridas.
Tras su deceso, se abrió una investigación para esclarecer lo
ocurrido y de esta manera, según las autoridades, en un principio se pensó que
Walker habría muerto luego de que uno de los menores o algún adulto accionara
el arma, debido a que la herida de bala parecía estar en la parte posterior de
su cabeza.
“No pensamos que fuera posible que un niño de cuatro años
manipulara un arma para poder dispararla en el ángulo por el que entró la
bala“, dijo el alguacil de Jefferson Parish, Joseph Lopinto.
Sin embargo, el forense de Jefferson Parish, Gerry Cvitanovich,
descubrió que era “una herida de contacto en la frente, justo encima de la ceja
derecha”.
Esto “hizo más probable que fuera una herida de bala
autoinfligida por el mismo niño de cuatro años”, agregó el alguacil Lopinto.
Hasta el momento, la Policía no ha llevado a cabo ningún
arresto, ya que no sería “apropiado” mientras la familia está en duelo por la
muerte del niño.
“No pensé que fuera apropiado hacer un arresto en este
momento. Acaban de perder a un hijo, y se nota que no fue intencional, de
ninguna manera”, dijo el alguacil Lopinto al mismo tiempo que instó a los
adultos a no dejar armas de fuego en los vehículos o al alcance de los niños.
“De verdad se pueden prevenir este tipo de muertes”, concluyó.