. La constante presencia que ejerce el Ejército Nacional en las zonas más apartadas del territorio colombiano, se convirtió en la oportunidad que aprovechó ‘Patty’, una menor de 17 años de edad, para escapar de las filas de las Farc y buscar el apoyo de los soldados del Batallón Especial Energético y Vial No. 12 de la Novena Brigada.
Fue reclutada cuando tenía 16 años de edad, situación que demuestra que el reclutamiento de menores sigue siendo una práctica sistemática por parte de los grupos armados al margen de la ley; aprendió a manipular armas de fuego de largo alcance y fue enviada a conformar el anillo de seguridad de ‘Fabián’, cabecilla de finanzas del Frente III ‘Oswaldo Patiño’.
Durante 13 meses soportó malos tratos y fue obligada a realizar duras tareas, un panorama completamente diferente al que le ofrecieron cuando la reclutaron. Las promesas de estabilidad económica, el contacto permanente con sus seres queridos y de un mejor futuro, fueron solo la estrategia utilizada por las Farc para engañarla y convertirla en la encargada de las llamadas intimidatorias para el cobro de extorsiones.
Convencida de querer darle un rumbo distinto a su vida, la menor aprovechó un descuido del grupo terrorista y escapó hasta la vereda Mortiñal del municipio de Pitalito, lugar donde fue recibida por los soldados quienes procedieron a entregarla a personal del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar –ICBF –, para el restablecimiento de sus derechos.
Fue reclutada cuando tenía 16 años de edad, situación que demuestra que el reclutamiento de menores sigue siendo una práctica sistemática por parte de los grupos armados al margen de la ley; aprendió a manipular armas de fuego de largo alcance y fue enviada a conformar el anillo de seguridad de ‘Fabián’, cabecilla de finanzas del Frente III ‘Oswaldo Patiño’.
Durante 13 meses soportó malos tratos y fue obligada a realizar duras tareas, un panorama completamente diferente al que le ofrecieron cuando la reclutaron. Las promesas de estabilidad económica, el contacto permanente con sus seres queridos y de un mejor futuro, fueron solo la estrategia utilizada por las Farc para engañarla y convertirla en la encargada de las llamadas intimidatorias para el cobro de extorsiones.
Convencida de querer darle un rumbo distinto a su vida, la menor aprovechó un descuido del grupo terrorista y escapó hasta la vereda Mortiñal del municipio de Pitalito, lugar donde fue recibida por los soldados quienes procedieron a entregarla a personal del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar –ICBF –, para el restablecimiento de sus derechos.