Vicky, una de las voces más bellas de la música romántica y una de las artistas más importantes de la llamada Nueva Ola en Colombia, le ha dedicado su vida entera a la música; y de ella ha recibido todo lo que es hoy. Perfil de una señora artista.
Gerardo Meneses Claros
Amo a esta mujer. Siempre la he amado. Mi historia
de amor con ella comenzó desde cuando en Radio Sur, en el Pitalito de los
comienzos de los años ochenta, escuchaba sus canciones una y otra vez. Es
curioso, porque la mayoría de sus letras están cargadas de una cierta
melancolía que no sé aún por qué me gustaban tanto, siendo yo apenas un niño.
De ella conoció toda Colombia, a finales de los
sesentas, un tema ya clásico en la discografía romántica nacional: llorando
estoy. Y de ahí en adelante han sido cientos de canciones que componen su
extensa producción y que siguen oyéndose en los programas de recuerdos de las
emisoras y en las presentaciones frecuentes que ella tiene por el país.
La Nueva Ola
Con esta expresión se denominó a una de las más
importantes épocas de la música en Colombia; de la mano de Alfonso Lizarazo,
primero en radio, luego en televisión, surgieron figuras de la talla de Claudia
de Colombia, Billy Pontony, Harold, Greta, Ana y Jaime, Óscar Golden y, por
supuesto, Vicky, para nombrar solo algunos.
"Fue la época dorada de la música romántica.
Era el artista frente al público sin ningún artificio. Los efectos tecnológicos
no los conocimos".
Y fue también el gran momento para esta generación
exitosa y bonita que se hizo grande en un medio que apenas estaba naciendo en
el país. Un momento que supieron aprovechar, que impulsaron con su alegría,
dedicación y entrega a un sueño que todos compartían.
"Éramos como hermanos, vivíamos en función de
esto, de la música, de darle un nombre al país, una identidad propia en medio
de la avalancha que significaba México y Argentina; en los 70s eran ellos los
duros, a los que queríamos parecernos. Fue tan grande nuestra Nueva Ola, que
luego fueron ellos los que compartían con nosotros".
No todas las canciones son vivencias
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Vicky no solo es la intérprete, es además la
compositora. Ella misma escribe, produce y arregla los temas. "Es un don,
un regalo de la vida. Hoy por ejemplo, son tantas canciones compuestas por mí,
de las cuales recibo regalías todo el tiempo a través de Sayco-Acinpro. Es como
una mina que nunca se acaba".
Lo dice con humildad, pero también con orgullo. A la
que oigo ahora no es a Vicky, sino a Esperanza Acevedo, su verdadero nombre, el
que solo usa para firmar sus composiciones. Pero me aclara una cosa cuando le
pregunto por el motivo de sus canciones. "Las canciones nacen de la vida,
pero no todas son vivencias propias. ¿Te imaginas si todo lo que canto, me
hubiera pasado? Es fruto de la inspiración, la observación, el momento; una
mezcla de muchas cosas.
Así, de su inspiración han nacido canciones tan
bellas como Pobre gorrión, Lloraré,
Amigo caminante, Amor amargo, Y nunca comprendí, Llorando estoy o las
Estaciones, para citar una mínima parte de su extensa producción.
Sigo cantando, es mi vida.
Cuando llegué a su casa, en la 123, en Niza Antigua, tuve la sensación
de estar en la casa de una estrella. No me equivoqué. La pulcritud, la belleza
y el donaire acompañan cada rincón de ella. La amplitud de los espacios, los
muebles finamente seleccionados, las rosas blancas, los cuadros y las
fotografías, forman un conjunto que hace honor a su dueña: es la casa de una
artista, de una señora artista.
Junto a Lili, su ama de llaves que la ha acompañado
hace ya veintiocho años, y de sus perros, a los que ama profundamente y los que
tienen un patio enorme en el primer piso, junto al estudio, Vicky me recibe con
un abrazo, un beso y un : "bienvenido, corazón, estás en tu casa".
Me llama la atención la fotografía de Óscar Golden
en una repisa de la sala. "Es mi hermano, el hombre que más he amado en mi
vida". Me muestra sus premios y reconocimientos que tiene perfectamente
conservados en el estudio, me habla de sus presentaciones para este final de
semestre y nos sentamos a la mesa a compartir el café que Lili diligentemente
ha servido.
Sí, es ella, la artista que yo escuchaba de niño en
Radio Sur, la cantante que se sigue oyendo en las emisoras; la que me descubre
su alma con una frase inicial que me llena de satisfacción y que me demuestra
lo grande que es: "la música -me dice- me ha dado todo lo que soy".
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