Esta política federal plantea como
objetivo para 2020 erradicar cerca de dos millones de gatos ferales para
proteger las especies nativas.
Gregory Andrews, comisionado de las
especies amenazadas, explicó el motivo por el cual se puso en marcha es
política estatal para erradicar un tercio de la población de gatos ferales:
“Ellos son la mayor amenaza para
nuestras especies nativas, y ya han sido actores directos en la extinción de 20
de los 30 mamíferos (…) No matamos los gatos por deporte, no lo hacemos porque
los odiamos”.
A las especies que hace referencia el
comisionado Andrews son los bilby (marsupial cuyo aspecto es una especie de
cruce entre un conejo y una rata), los warru (wallaby de pies negros) y el
perico nocturno.
El Sydney
Morning Herald asegura que cada gato feral mata cerca de 1.000
animales nativos cada año. Se han encontrado algunos casos como un felino de
6,8 kilogramos con un wallaby de 5 kg. en su estómago. En Nueva Zelanda, que
padece el mismo problema de Australia, capturaron un gato que había matado 102
murciélagos en una sola semana.
La mayor dificultad para lograr
acabar con estos animales es su gran habilidad y velocidad para moverse, además
de dejar muy pocos rastros, los cuales lo convierten en un verdadero reto
incluso para cazadores experimentados.
Entonces el gobierno australiano ha
optado por ejecutar dos estrategias para disminuir la población de seis
millones de gatos ferales: la primera es la distribución de salchichas hechas
con carne de canguro, grasa de pollo, hierbas, especies y veneno 1080 (fluorocetato
de sodio), indica un reportaje del New
York Times.
Su distribución es por vía aérea con
aeronaves que lanzan aproximadamente 50 salchichas cada kilómetro de los sitios
de mayor concentración de gatos ferales; los animales mueren 15 minutos después
de comerlas.
La segunda medida que usa el gobierno
australiano es la caza y ejecución de los gatos ferales. De acuerdo con el
Sydney Monrning se les pagará 5 millones de dólares australianos (más de 11.360
millones de pesos colombianos al cambio) a grupos comunitarios que sirvan de
“soldados de a pie” para la caza de estos animales.