“Venía camino a entregar a mis hijas a la
casa paterna, las dos niñas iban de mi mano cuando de repente un tipo en
bicicleta me intercepta por detrás, me tapa la boca y me dice al oído
‘entrégueme la niña”, cuenta la mamá.
En medio del forcejeo, en el que resultó
golpeada ella y su hija de tres años, la comunidad llegó para enfrentar al
secuestrador, gracias al llamado de auxilio de la hermana mayor.
Finalmente, el delincuente fue capturado y
conducido a una URI.
“No lo dejen suelto, es un peligro para la
sociedad”, dice la madre entre lágrimas.
Y añade que, tras el intento de rapto, las
cosas no han sido fáciles.
“Estamos pasando por un nivel de estrés
grandísimo. Mis hijas no quieren salir a la calle, tienen pesadillas, es
terrible, no hemos tenido un apoyo psicológico”, señala.
También cuenta que, al confrontar al
hombre, este “se reía en mi cara”.
Aunque un juez ordenó medida de
aseguramiento, el criminal alegó sufrir una enfermedad mental.