Emiliano Rivera Coronado tiene 8 años y es un niño con talentos excepcionales. Sus padres cuentan que a los ocho meses sabía el abecedario y a sus 6 años escribió un libro.
“He escrito
un libro, fui a la Conferencia de Inteligencias y Talentos. Mi libro lo escribí
sobre varios temas, sobre el espacio, la naturaleza, y también hay un sitio
donde doy consejos”, dice.
Emiliano
tiene un coeficiente intelectual de 150, cuando el promedio de un colombiano es
de 82. Afirma que este año de pandemia del coronavirus COVID-19 le cambió su
mundo, como a todos los niños. Actualmente, vive en Sahagún, Córdoba, con sus
padres y abuelitos.
“Estoy en
Córdoba porque con la pandemia había muchas cosas que me limitaban y que no
podía hacer y vine acá para estar con mis abuelos, tanto los paternos como los
maternos viven acá”, señala.
Y agrega:
“dos, para aprovechar cosas que no tengo en Medellín, cosas como que acá hay
una casa más amplia, tengo más oportunidades de compartir con mi familia, hay
más gente. También mis papás tienen una finca y puedo montar a caballo
también”.
La libertad
es el valor más grande que hace feliz a un niño, sostiene Emiliano.
“La verdad,
esta pandemia me ha hecho reflexionar, yo antes pensaba que me hacían falta
muchas cosas, pero, ahora que estoy encerrado en la pandemia, me di cuenta que
me sobraba libertad y ahora no la tengo”, cuenta.
Los sueños
de los niños son más grandes que la pandemia: Israel y Maite ríen en tiempos
del COVID
Lo otro que
no tiene y extraña es la compañía de sus amiguitos.
“No nos
hemos podido ver, interactuar, todo desde la virtualidad, desde la distancia, y
no nos hemos podido ver y eso me ha afectado mucho, tanto a mí como a mis
compañeros”, comenta.
Ellos, como
los adultos, tuvieron que detener sus sueños en medio de la confusión de un
reloj pandémico con un futuro incierto.
“Mi sueño ha
sido siempre el mismo: que todos gocen de salud, de vida y amor por los demás.
Y mi sueño es ser neuroquímico, es la profesión que me gustaría tener y que no
pasemos más pandemias en el futuro, porque si yo tuviera hijos no me gustaría
que pasaran por esta misma situación”, sostiene.
Y anota: “Me
gustaría escribir un libro sobre la pandemia, cómo fue para mí y cómo logramos
superar el estar encerrados en la casa y técnicamente no poder hacer casi
nada”.
Un libro
imaginario que va teniendo capítulos científicos de cómo encontrar una vacuna
que salve a la humanidad. En últimas, los niños son plenamente conscientes de
que su mundo cambió y tendrán que aprender a vivir con la brújula de la
pospandemia.
Fuente: Noticias Caracol