Vendiendo dulces y loterías se pagaron sus carreras

Son dos hombres que, con gran esfuerzo, dedicación y el producto de la venta, lograron estudiar y terminar sus carreras universitarias, uno como negociador internacional y el otro como licenciado en etnoeducación.

Luis Ricardo Mendoza Martínez es un joven riohachero, que se ha convertido en un ejemplo por su empeño en ser un profesional, lo cual logró vendiendo dulces, gomitas y galletas en la Universidad de La Guajira, la misma institución en la que se graduó del pregrado de Negocios Internacionales.

Mendoza irradia carisma y siempre tiene una sonrisa en su rostro, esa que usaba para atraer clientes y poder vender las golosinas que le permitieron lograr este gran anhelo que tenía de estudiar y terminar una carrera universitaria.

 Esos recursos que ganaba, junto a su gran esfuerzo y perseverancia hicieron posible sus sueños y el pasado 19 de agosto recibió el título, el cual agarró en una de sus manos y en la otra una bolsa de dulces, un hecho simbólico que llamó la atención de todo el auditorio.

“Recibí el diploma con las gomitas porque evoqué la persona que era hace 5 años, esa persona humilde y alegre que le endulzaba los ratos a los estudiantes antes de iniciar un examen o irse para sus casas”, expresó emocionado.

Luis Ricardo explicó que el factor económico era una de las barreras que le impedían lograr su propósito y solventar las necesidades básicas como las fotocopias, alimentación y transporte; situación que lo llevó a idearse la venta de dulces dentro de la alma mater. “Todo empieza por una necesidad. Cada día era la aproximación a lo que quería ser como profesional”, añadió.

A partir de ese momento, pensó que vender dulces era una oportunidad para subsanar por lo menos una parte de lo que necesitaba en la universidad. Inició su actividad con una caja de caramelo y recuerda que tenía un costo de 400 pesos cada uno, pero a medida que pasaban los meses logró invertir la ganancia en diversas clases de productos que le pedían los estudiantes.

Pasó el tiempo y Luis se ganaba el reconocimiento de los estamentos de Uniguajira,  pero llegó la pandemia de covid-19 y lo afectó, porque fueron dos largos años sin poder obtener ese sustento. Sin embargo, esto no fue un motivo para suspender sus estudios, pues con fortuna, la institución decidió garantizar matrícula cero para su población estudiantil.

Fue entonces cuando Mendoza Martínez comenzó a vender zapatos de manera virtual para poder sostenerse y logrando de esta manera cumplir con el 100% de los créditos académicos.

Con toda su experiencia de vida, Luis Ricardo no dudó al momento de su graduación agradecerle a Dios, a sus padres, a las personas que lo apoyaron y a Uniguajira, por el aprendizaje y formación como profesional.

“Agradezco mucho a mis compañeros, a la universidad, al personal administrativo, todos me apoyaron mucho para terminar mi carrera universitaria”, expresó.

Vive en el barrio Los Médanos de Riohacha, junto a sus padres, quienes se sienten muy orgullosos de lo que ha logrado Luis Ricardo.

Santiago Mendoza es su papá y dice que “soy el más orgulloso porque mi hijo salió adelante vendiendo dulces y galletas, convirtiéndose así en un ejemplo para otros jóvenes”.

Su nuevo objetivo es lograr especializarse y por supuesto, conseguir un trabajo que le permita hacer realidad este nuevo sueño.

Paola Vanegas Pérez directora del programa de Negocios Internacionales, indicó que Luis Ricardo Mendoza siempre se destacó por participar en actividades que se realizaban desde la facultad y era organizador de ellas. “Es un joven que va más allá de lo que se le pide, además es competente en su profesión ya que convence a sus clientes para la compra de productos”, señaló.

Durante unos 20 años, Eliécer Miguel Arteaga Barros, vendió lotería y con mucho esfuerzo y dedicación, se ha convertido en un profesional en Licenciatura en Etnoeducación de la Universidad de La Guajira, sede de Fonseca.

Este joven emprendedor y soñador, alternaba su labor de vendedor de rifas con oficios de albañilería y trabajos en el campo para poder ayudar a sus padres, esposa e hijos. “El oficio de chancero, aunque era fatigante me permitió recorrer todas las calles de mi pueblo y al tiempo conocer las problemáticas que afectaban a mi comunidad, esto me animó a querer hacer parte de la Junta de Acción Comunal del barrio 20 de Noviembre del municipio de Distracción”, explicó.

Recuerda que en pro de mejorar la situación económica y brindarle un mejor futuro a su familia, decidió realizar un curso de vigilancia, con la fortuna de que un amigo le recomendó en la empresa donde  trabaja como celador y en sus ratos libres sigue como chancero.

Otra de sus pasiones y osadías ha sido la política. Por su contacto con la gente, su nombre fue puesto a consideración como candidato al concejo de Distracción y logró una curul en esa corporación durante 4 años.

La Universidad de La Guajira le abrió las puertas y le brindó la oportunidad de ser beneficiario de la Ordenanza 214 de 2007, por el cual se establece una política de  ayudas en becas y subsidios a la Educación Superior a todos los bachilleres que hayan cursado el último año lectivo en una institución educativa pública o privada del departamento de La Guajira, debidamente reconocida por el ministerio de Educación. Posteriormente también recibió el beneficio de matrícula cero.

“Estudiar y trabajar a la vez no es nada fácil, pero todo es lo que uno como individuo se proponga y con esta conquista académica podré ser agente inspirador y referente para todas aquellas personas que no han tomado la decisión de superarse. Hoy la responsabilidad es mayor, pues hay una comunidad que cree en mí y la mejor forma de recompensarla es haciendo las cosas bien, utilizando ese título para cambiar la mentalidad de muchos jóvenes por medio de la educación”, manifestó el licenciado.

“Para la academia es motivo de orgullo formar profesionales íntegros y entregar a la sociedad jóvenes con una visión comprometida con el entorno y su realidad.  Este es uno de los muchos casos en que la universidad más allá de educar, transforma al ser humano y lo convierte en un líder”, manifestó el rector de la alma mater, Carlos Robles Julio, quien destacó estos dos ejemplos.

Tomado de: El heraldo

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