Por: Dianny Marcela Albornoz Bonilla*
El Oso Andino guiaba los pasos de quienes llegaban al
páramo para mantenerlos a salvo, según relata Franz Xaver Faust en Apuntes a la
etnozoología en el Macizo Colombiano. También, tuvo un lugar importante en la
milenaria cultura agustiniana, que lo representó en sus vestigios. ¿Por qué
hoy, no puede constituirse en guía de nuestros caminos por el Macizo
Colombiano?
La situación ambiental de Colombia es compleja, por
ello necesita una mirada bajo nuevos paradigmas y una perspectiva
transdisciplinaria, donde el otro, y lo otro tenga lugar y sea reconocido a
partir de un diálogo de saberes, escenarios y actores. Se requieren nuevas
miradas sistémicas y no parceladas, con acciones inspiradas en sostener la vida
y una vocación fundamental: !ponerla en el centro!. Esta es la esencia de lo
aprendido y la propuesta vital de la Maestría Transdisciplinaria en Sistemas de
Vida Sostenibles, de la Universidad Externado de Colombia.
Y es desde allí, en donde se abrió un escenario para
mirar al macizo colombiano con los lentes de la naturaleza, reconociendo que la
inmensa riqueza, de un sitio con biodiversidad sin igual, declarado reserva de
la biosfera por la UNESCO, es su principal fortaleza y que los actores
múltiples que allí confluimos tenemos todos alguna palabra que decir y alguna
tarea que realizar.
El macizo colombiano es crucial para los colombianos y
la humanidad; allí nacen los cinco principales ríos de la nación, confluyen los
biomas andino, amazónico y pacífico y se da origen a las cordilleras central y
oriental. La mezcla perfecta, para obtener un territorio de una exquisita
diversidad, ecosistémica, cultural, social y étnica. Siete departamentos, 89
municipios, más de tres millones de personas; pero también, siete complejos de
páramos, 363 cuerpos lagunares, parques nacionales naturales, innumerables
especies de animales y plantas, integran este emblemático lugar que mira al sur
y desde el sur.
Vida, su principal función. Sus montañas, centros de
sabiduría. Su gente, la esperanza y la amenaza misma. La transformación del
macizo Colombiano, es notable. Según el documento Conpes 3915 de 2018, el único
instrumento de política existente para la zona; la desarticulación de actores y
la falta de acciones integrales, lo ponen en riesgo y con él, la vida misma que
genera y distribuye por el país. Si el macizo colombiano muere, también muere
Colombia. Ni las personas ni los países podemos vivir sin agua.
Esa urgencia hace indispensable mirar más allá de lo
cotidiano y buscar en el territorio pistas que tiene la naturaleza para
resolver los problemas que los humanos generamos. Y en la naturaleza siempre
hay una respuesta, solo basta verla y escucharla.
Dentro de la diversidad del macizo colombiano, uno de
los grandes mamíferos, se pasea por sus bosques, sin importar las fronteras que
dividen los departamentos de este ecosistema, y que si divide a los humanos,
incluso, en las acciones de conservación de la especie.
El oso andino (tremarctos ornatus), definido en 2018,
imagen de las cumbres del macizo colombiano, realizadas desde los años 90 por
la Asociación Alto Yuma y organizaciones ambientales sur huilenses; es para los
habitantes de esta zona, uno de los más carismáticos exponentes de la fauna
silvestre regional.
Por eso, tras una mirada biomimética, el oso andino,
aparece como un actor territorial otro, el “gran comunicador del macizo
colombiano”. La comunicación, vista como la relación con los otros y los lazos
que nos unen y sobre los cuales interactuamos, es una de las herramientas
claves para asumir y actuar ante los desafiantes retos de hoy. El oso con sus
anteojos y su mirada pueden orientarnos.
A través de la Investigación Acción
Transdisciplinaria, vía mediante la cualcomprendemos la investigación en la
Maestría, se permite el encuentro de los múltiples y diversos y posibilita
espacios de reconocimiento para construir desde la complejidad, la sistémica,
el pluriverso y el diálogo con los ecosistemas; desde ahí se descubrió la
pertinencia comunicacional de las acciones del oso andino en el territorio.
El oso andino, jardinero del bosque, restaurador,
integrador del territorio, especie paisaje y “sombrilla”, mediador, resiliente
y exponente de la diferencia como principal fortaleza para el reconocimiento,
nos muestra algunas líneas básicas para hacer de la comunicación una efectiva
herramienta para la sostenibilidad de la vida en el macizo colombiano.
De esa forma, bioinspirados en el oso, acciones como
la dispersión de información en el territorio a través de canales locales que
la validen y procesen o el intercambio de datos a partir de acciones
colaborativas, flujos de información y relaciones dinámicas o la adaptación a
condiciones cambiantes, a partir de la anticipación, la gestión del riesgo y
seguridad territorial; tienen un papel esencial en la permanencia de este
valioso ecosistema.
Ser parte activa del proceso y no solo proveedor de
información para actuar desde la realidad y su experiencia vital, combinando la
incertidumbre y emergencias. La necesidad de reconocer y mantener vivas las
conexiones irrenunciables, representadas en la ancestralidad, lo comunitario,
campesino y ciudadano, o la necesidad de que toda intervención, acción, mensaje
o información sobre un territorio, cuide que la vida continúe, entendiendo que
todo está conectado, tiene relaciones y funciones; son otras pistas claves que
emergen desde la escucha atenta al oso.
El oso andino, carismático, conciliador, conector con
la montaña y la tierra, nos reclama por el agua y la vida, función principal
del macizo colombiano, que debe estar en el corazón y la razón de todos los
ciudadanos. Su forma de decir-vivir, nos invita a “poner la vida en el centro”;
ese es el cometido fundamental de la Maestría Transdisciplinaria en Sistemas de
Vida Sostenible, que en este momento tiene abiertas las inscripciones para su
tercera cohorte como un campo de oportunidad para conectarse con la vida.
*Comunicadora Social, especialista en Gestión Ambiental
y candidata a magister en Sistemas de Vida Sostenibles de la Universidad
Externado de Colombia.
Tomado de El Espectador