Un año después de su muerte, Diego Armando Maradona sigue siendo el centro de atracción de múltiples noticias.
Tras el partido en su honor que
disputaron este martes Boca Juniors y el F.C. Barcelona en Medio Oriente, se
supo que Diego Molina, antiguo empleado de la funeraria donde se llevó a cabo
el sepelio del ‘10’, fue condenado por “inhumar, exhumar o profanar cadáver
humano, violar sepulcros o dispersar cenizas”.
El caso de Molina se remonta al 26 de
noviembre del 2020, cuando escasas horas después de la muerte del astro
argentino se dio a conocer una fotografía suya con el cadáver de Maradona.
En ese entonces, fue despedido de la
funeraria y desafiliado como socio de Argentinos Juniors, equipo del que es
hincha y en el que debutó el icónico futbolista.
Ahora, poco más de un año después,
Molina fue castigado por el delito de “inhumar, exhumar o profanar cadáver
humano, violar sepulcros o dispersar cenizas” con cuatro días de arresto, 50
horas de trabajo social y una contribución monetaria a una fundación que
atiende pacientes con adicciones a las drogas.
Esta es la máxima condena que se le
podía imponer por el delito.
Claudio y Sebastián Fernández, los
otros dos trabajadores de la funeraria que se tomaron fotos con el cuerpo sin
vida de Maradona, no han recibido su sentencia.
Desde que fuese enterrado el 26 de
noviembre de 2020, según informa la prensa argentina, tan solo los familiares
han podido visitar la lápida de Diego Armando Maradona.
Los restos del ‘10’ reposan en una de
las 35 mil parcelas de 1x2 metros que tiene el cementerio privado Jardín Bella
Vista, a 40 kilómetros del centro de Buenos Aires.
Allí, en uno de los lotes del sector
noroccidental, su féretro está enterrado a 40 centímetros del de Don Diego, su
padre, y a más de 80 del de Doña Tota, su madre.
Y aunque se pueda llegar a pensar que
por el impacto de su figura el monumento fúnebre podría tener uno que otro
atributo especial, la lápida de Maradona está bajo las mismas normas que
aplican para los más de 19 mil difuntos con quienes comparte las 13 hectáreas
que componen el cementerio.
Por regla del lugar, los familiares
de los difuntos son los únicos que pueden ingresar.
Ahora, por una orden judicial apoyada
en una petición familiar, la tumba de Maradona tiene tres particularidades:
- Nadie puede acercarse a menos de 15
metros.
- Hay un policía que vigila que
ninguno de los visitantes de otros fallecidos se acerque a tomar fotos o grabar
videos.
- Existe una cámara de vigilancia
domo especial que realiza el registro permanente de lo que ocurre en la zona
donde está su ataúd.
En definitiva, condiciones que distan
de la poca privacidad que tuvo Maradona en vida pero que dan cuenta de su
trascendencia única.
Fuente: El Tiempo