A 26 años de su muerte, el
capricho de Pablo Escobar de traer
hipopótamos a su zoológico personal sigue causándole problemas a Colombia.
Según el biólogo Germán Jiménez, la especie está extendiéndose cada vez más por
el Magdalena Medio y el problema es que, por ahora, no existe ninguna
estrategia para controlar su reproducción.
Los hipopótamos llegaron al país
hacia los años 80, cuando el narcotraficante los trajo para engrosar la lista
de animales de su zoológico personal, ubicado en el municipio de Puerto
Triunfo, a 165 kilómetros de Medellín.
En esa ocasión trajo tres hembras y cuatro machos que, luego de su muerte,
pasaron a ser parte del parque temático que se construyó en la Hacienda
Nápoles.
Sin embargo, aunque se decía que
estaban en cautiverio, a principios de 2006 empezaron a circular rumores de que
pobladores cercanos al lugar avistaban hipopótamos a lo largo del río
Magdalena. La situación llamó la atención de científicos y autoridades
ambientales pues esta especie, originaria de África, se caracteriza por ser un
fuerte demoledor de los ecosistemas.
Desde entonces, un grueso grupo de
investigadores nacionales e internacionales, entre los que destacan el biólogo David Echeverri, de la Corporación Autónoma
Regional de las Cuencas de los Ríos Negro y Nare (Cornare), Elizabeth Anderson,
codirectora del Departamento de la Tierra y el Ambiente del Instituto del Agua
y el Ambiente en la Universidad Internacional de La Florida y el biólogo Germán
Jiménez, han estudiado el tema.
Preocupación
“Estos animales, tan pesados en su
vida adulta, generan mucho pisoteo en la tierra, alteran los suelos y consumen 70 u 80 kilos de pasto al día por
cabeza. Son como una podadora”, explica Jiménez. Según los estudios, también
resultan afectados los peces, plantas y cualquier otra especie propia de
ecosistemas del Magdalena Medio como caimanes, manatíes nutrias que viven en
los humedales y ciénagas donde se asientan los hipopótamos.
De acuerdo con Jiménez, existe
evidencia de que en África muchos
peces han muerto por la contaminación
que producen las heces de estos animales. “Defecan mucho en las zonas y pozos
donde viven y eso puede dejar a los peces sin oxígeno”, dice el biólogo y
también profesor de la Universidad Javeriana.
Pero el impacto real que pueden
generar en Colombia, por ahora, sigue siendo una hipótesis dado que no se tiene
conocimiento a ciencia cierta de cuántas y qué tipo de especies de fauna de la
zona han sido afectadas por la presencia de estos gigantescos animales en
humedales y pantanos, entre otros.
El único acercamiento que han
logrado los científicos en la zona son una serie de 1.500 encuestas preliminares con pobladores para establecer cuál es la
cantidad de animales que hay y su interacción con los humanos. Pero se
adelantan varias investigaciones: uno de ellas es un estudio del impacto
ambiental con las universidades Javeriana, de Antioquia, UPTC y la de San Diego
(Estados Unidos) para ver cómo los hipopótamos están desplazando a la fauna nativa.
Un estudio adicional lo adelanta
el Instituto Humboldt para desarrollar un mapa biomodelo de especies exóticas
que permitirá ver en donde están ubicados los animales y también documentar
datos técnicos de su especie.
“Lo que nos dice la gente en los reportes es
que la población de estos hipopótamos está creciendo. La estimación es que hay
entre 60 y 80 individuos”, dice Jiménez.
Pero lo preocupante es que existe la hipótesis de que aquí se reproducen más
rápido, pues llegan a la madurez sexual más jóvenes que en África. En ese
sentido, “en 30 años, es decir para
2050, esos 60 u 80 animales, pueden llegar a ser 400”, dice el experto.
“Esta
zona es perfecta para ellos porque hay pocetas, humedales y una óptima
temperatura. Es un ambiente similar al que vivían en África, con la diferencia
de que no tienen depredadores naturales, por eso es un paraíso para ellos”,
agrega el experto. En efecto, cuando un hipopótamos adulto no tiene
competencia, su potencial de vida es muy alto y, por ende, su potencial de reproducción.