En el 2015 una mujer vivía uno de los mejores días de su vida, estaba a punto de graduarse como psicóloga. Desafortunadamente la dicha le duró poco: su pareja la golpeó de manera brutal. Y no era la primera ni la última vez.
“El día que
entregué mi tesis de grado como psicóloga fui víctima de violencia
intrafamiliar por parte de mi exesposo, quien me golpeó en varias oportunidades
con puños, patadas, en mi rostro y todo el cuerpo. Esta persona intentó
llevarme a la fuerza al apartamento donde vivíamos. Sin embargo, gracias a la
ayuda de los vecinos, no lo logró, o si no yo no estuviera contando la
historia, ya habría muerto”, relató.
Su rostro,
ese día, en lugar de evidenciar felicidad reflejaba la violencia del hombre con
quien se casó y hasta tuvo una hija.
El sujeto
fue capturado por las autoridades de Bogotá, pero a los pocos días ya estaba en
libertad por vencimiento de términos. Desde ese día, el calvario de la
psicóloga se prolongó.
Según las
denuncias interpuestas, en otras ocasiones el ahora exesposo le dio patadas,
puños, cabezazos y hasta intentó ahorcarla.
Con valor,
ella logró alejarse de quien tanto daño le hizo, pero en 2017 apareció una
denuncia que él interpuso en la que alegaba que era ella la agresora. Es decir,
pasó de víctima de violencia intrafamiliar a victimaria, según las autoridades.
Aunque ha
acudido a varias entidades y siente que no la han escuchado, tiene un mensaje
para todas aquellas que padecen el mismo calvario: “quiero invitar a todas las
mujeres que están viviendo situaciones similares a que denuncien. Es difícil,
pero se puede acceder a la justicia. No podemos seguirnos arriesgando a que
nuestras vidas terminen en manos de un agresor”.
En los
próximos días volverá a los estrados judiciales, esta vez para defenderse no
del hombre que la maltrató, sino de los argumentos de la justicia que la
señalan como culpable de violencia intrafamiliar.